8/12/2016, 00:31
La dieta en realidad era una simple excusa para librarse de cualquier tipo de invitación por parte del médico de Amegakure y había que aceptar que la utilizaba muy seguido, en la aldea o en los lugares que solía visitar. Lo malo es que por primera vez en mucho tiempo no había sido de utilidad puesto que el chico prefirió insistir con el desayuno, afirmando que…
—No lo dijiste… —Respondió en un tono bastante bajo de voz con una mirada que mostraba sencilla seriedad.
Hay que aceptar que Noemi no es la chica más paciente, sacarla de quicio muchas veces era una tarea muy sencilla que no tomaba demasiado esfuerzo e incluso alguno que otro suertudo le atinaba a la clave del éxito en simplemente una oración. No era el caso de Mogura, estaba claro ya que por un instante la chica había aceptado la oferta de compartir mesa con él, pero ahora con su último comentario, bastante desafortunado hay que destacar, había logrado que el rostro de la kunoichi se transformase totalmente.
—No sé cómo serán las kunoichis de Amegakure, o lo que tú entenderás por kunoichi. —Diría a medida que su mirada iba adquiriendo cierta hostilidad. —Pero pedirle abiertamente algo de “compañía” como tú lo llamaste a una kunoichi de Takigakure no es la mejor de las ideas. —Agregaría casi gruñéndole.
Y por mucho que quisiera darle un buen puñetazo o al menos una bofetada, la rubia prefirió reprimir ese deseo suyo y darse media vuelta para seguir con su camino independientemente de lo que el chico pudiera llegar a decir o hacer.
Por su parte mientras emprendía la marcha a la posada decidió tomar un mechón de su cabello y comenzar a jugar con las puntas del mismo, solo para satisfacer su necesidad que llevaba buen rato sin atender. ~Hay que ver lo que una se encuentra. ~Pensaba con bastante frustración por lo que le llevaba pasando en esa ciudad.
—No lo dijiste… —Respondió en un tono bastante bajo de voz con una mirada que mostraba sencilla seriedad.
Hay que aceptar que Noemi no es la chica más paciente, sacarla de quicio muchas veces era una tarea muy sencilla que no tomaba demasiado esfuerzo e incluso alguno que otro suertudo le atinaba a la clave del éxito en simplemente una oración. No era el caso de Mogura, estaba claro ya que por un instante la chica había aceptado la oferta de compartir mesa con él, pero ahora con su último comentario, bastante desafortunado hay que destacar, había logrado que el rostro de la kunoichi se transformase totalmente.
—No sé cómo serán las kunoichis de Amegakure, o lo que tú entenderás por kunoichi. —Diría a medida que su mirada iba adquiriendo cierta hostilidad. —Pero pedirle abiertamente algo de “compañía” como tú lo llamaste a una kunoichi de Takigakure no es la mejor de las ideas. —Agregaría casi gruñéndole.
Y por mucho que quisiera darle un buen puñetazo o al menos una bofetada, la rubia prefirió reprimir ese deseo suyo y darse media vuelta para seguir con su camino independientemente de lo que el chico pudiera llegar a decir o hacer.
Por su parte mientras emprendía la marcha a la posada decidió tomar un mechón de su cabello y comenzar a jugar con las puntas del mismo, solo para satisfacer su necesidad que llevaba buen rato sin atender. ~Hay que ver lo que una se encuentra. ~Pensaba con bastante frustración por lo que le llevaba pasando en esa ciudad.