11/12/2016, 23:38
Ay… -dejo escapar en un susurro la muchacha mientras observaba atónita el rostro ajeno, en cuanto este se giró para hablarle. Pudo ver los hongos en su boca antes de que desaparecieran y ver como algunos trozos caían al suelo como migajas “¿Es sano comer eso?” se preguntó así misma mientras parpadea sorprendida por la peculiar vista que tenía desde su lugar. Estaba consternada pese a que el menor parecía disfrutar de su festín – Espera, espera… - Agito las manos despacio, zarandeando ligeramente las flores que sostenía, el tema de los hongos quedo en segundo plano por algunos minutos- ¡¿Vives aquí?! – sus orbes marrones se abrieron grandes ante la sorpresa, no podía creer lo que acaba de escuchar, simplemente le resultaba inconcebible que un chico tan joven estuviera en medio de aquel bosque, viviendo por su cuenta. Era un lugar agradable, pero creía que no era un uno en el cual un niño estuviera, sobre todo por las cosas que comía.
Dio un par de pasitos y deposito las flores, que mantenían ocupadas sus manos, sobre el suelo. Yuriko le observo curiosa por algunos minutos, mientras algunas gotitas caían por su cien graciosamente, verlo comer los hongos tan tranquilamente le ponía nerviosa – Un gusta Jao, M-mi nombre es Yuriko –se presentó ella, sonriendo tan normal como le fue posible, en un intento por ignorar la situación. Su rostro mostraba un sinfín de muecas, sus manos se movían de tanto en tanto, como si tratara de algún espasmo, mientras el jovencito devoraba los pálidos hongos del suelo – Sabes, no sería mejor que… ¿Jao? - la insistente tos que de pronto se escuchó e interrumpió el silencio le hizo mirar - ¡¿Jao?! – Solo tuvo que verlo hacerle señas para entenderlo, acudió rápidamente en su ayuda aunque realmente no tenía una idea clara de que hacer.
Se ubicó detrás del muchacho y le abrazo, rodeando su abdomen con ambos brazos, empuño una de sus manos y con la libre la sujeto firmemente, tras ello empujo con fuerza sobre el estomago ajeno – ¡Aguanta un poco! – chillo la chica mientras repetía una y otra vez la misma acción, esperando ansiosa que aquello funcionara y que el rostro ajeno se tornara de color normal nuevamente. Estaba asustada, pero no se permitió titubear ¡la vida de alguien estaba en juego! Solo deseaba que la tos se detuviera y que el menor le dijese algo, necesitaba saber si lo que hacia funcionaba...
Dio un par de pasitos y deposito las flores, que mantenían ocupadas sus manos, sobre el suelo. Yuriko le observo curiosa por algunos minutos, mientras algunas gotitas caían por su cien graciosamente, verlo comer los hongos tan tranquilamente le ponía nerviosa – Un gusta Jao, M-mi nombre es Yuriko –se presentó ella, sonriendo tan normal como le fue posible, en un intento por ignorar la situación. Su rostro mostraba un sinfín de muecas, sus manos se movían de tanto en tanto, como si tratara de algún espasmo, mientras el jovencito devoraba los pálidos hongos del suelo – Sabes, no sería mejor que… ¿Jao? - la insistente tos que de pronto se escuchó e interrumpió el silencio le hizo mirar - ¡¿Jao?! – Solo tuvo que verlo hacerle señas para entenderlo, acudió rápidamente en su ayuda aunque realmente no tenía una idea clara de que hacer.
Se ubicó detrás del muchacho y le abrazo, rodeando su abdomen con ambos brazos, empuño una de sus manos y con la libre la sujeto firmemente, tras ello empujo con fuerza sobre el estomago ajeno – ¡Aguanta un poco! – chillo la chica mientras repetía una y otra vez la misma acción, esperando ansiosa que aquello funcionara y que el rostro ajeno se tornara de color normal nuevamente. Estaba asustada, pero no se permitió titubear ¡la vida de alguien estaba en juego! Solo deseaba que la tos se detuviera y que el menor le dijese algo, necesitaba saber si lo que hacia funcionaba...