13/12/2016, 04:18
El Ishimura observó con atención al joven de la lluvia, hasta que esté arrugó la nariz en señal de desapruebo. El muchacho comenzó a hablar con la misma presión y dominancia usual en los oficiales que confían más en su estatus que en su capacidad de convencer e intimidar. El peliblanco desvió la mirada hacia su plato y comenzó a comer mientras escuchaba todo aquello. Sorbiendo con cuidado el caldo de su udon y sosteniendo con delicadeza los gruesos fideos justo frente a él. Su expresión se mantenía críptica, absolutamente neutra e indescifrable. Sin embargo, se podía notar que era consciente de todo lo que le decían.
«Esperaba una reacción un tanto más agresiva —pensó mientras soplaba sus fideos—. Es un buen parlamento, pero le falta energía y convicción: Es como escuchar a un niño tratando de hablar como un soldado»
Su postura y mirada denotaban una serenidad absoluta, como si fuera indiferente al enojo y opinión de la persona que le reclamaba. Por su parte, Tatsuya se mantenía tan conciliador como siempre: arrojando una mirada recriminatoria a su amigo de blancos cabellos, a la vez que trataba de enfriar los ánimos de los presentes. El nativo de la espiral se limitó a contestarle, con el único gesto que había hecho en un buen rato, una especie de “hombre, pero si él es quien ha comenzado”
«Reluctante, descortés y soberbio… —repitió mentalmente mientras que seguía el hilo de lo dicho—. Si él fuera un criminal me sentiria sinceramente halagado»
La situación comenzaba a hacerle gracia, mas por el poco impacto que aquellas palabras tenían que por alguna otra razón. Se encontraba mirando serenamente al Uchiha y este le devolvía una mirada un tanto reprobatoria, cuando una sonrisa cómplice y despectiva comenzó a amenazar con manifestarse en su rostro. Pero dicha sonrisa se perdió rápidamente cuando sus oídos captaron algo que no esperaba escuchar y que para nada considero gracioso.
—…Sigue así y tú y yo acabaremos mal… —Las palabras hicieron eco en su mente.
En un instante, sus ojos grises pasaron a ser como el cielo encapotado que daba aviso de la tormenta inminente. De pronto toda la calma que emanaba de él se transformó en una tensión muy fácil de interpretar. Si había algo que lo ponía de humor para iniciar una pelea era el que intentasen intimidarlo. Su mirada acerada recorrió el cuerpo de los chicos de Takigakure, en busca de alguna intención de detenerle, a la vez que les advertía que lo mejor sería no intentarlo.
—Descuida, puedo solucionar ese problema… —aseguro con voz helada mientras comenzaba a levantarse lentamente y a girar su rostro hacia el recién llegado.
De pronto, Akame saltó de su asiento haciendo uso de su energía y buena disposición para tratar de disipar la mala nube que cubría aquel rincón del comedor. Kazuma no pudo evitar el sentir respeto por la inteligencia de aquel chico: con la mirada, le había dejado claro que no había forma de convencerle de no hacer lo que quisiera, por lo que en lugar de tratar de negociar con el espadachín optó por apaciguar la ofensa que yacía sobre Daruu.
«Ya veo lo que intentas hacer —aseguro con calma, mientras el Uchiha arrastró la conversación a otro tema que incluía el plan de noche de historias acordado anteriormente—. Vale, te seguiré el juego, pero solo por respeto al esfuerzo que haces por conservar la paz... Y por que me debes una buena historia»
—Vale, igual no tenía ganas de pelear —mintió con absoluta calma, confianza y naturalidad—. Prefiero relajarme y escuchar una buena historia.
Tan repentinamente como apareció, la tormenta en sus ojos se disipó. No considero necesario responderle al Hanaiko, pues igual todo lo que se le ocurriera en aquel momento se terminaría convirtiendo en alguna provocación. Se limitó a acercarse a la barra y ha agradecer al personal por tan cálida y abundante comida.
—Bueno, ya podemos ponernos en marcha. —Le hizo un gesto a su compañero de armas para que le siguiera y comenzó a caminar en dirección al vagón donde yacía su cómodo asiento.
«Esperaba una reacción un tanto más agresiva —pensó mientras soplaba sus fideos—. Es un buen parlamento, pero le falta energía y convicción: Es como escuchar a un niño tratando de hablar como un soldado»
Su postura y mirada denotaban una serenidad absoluta, como si fuera indiferente al enojo y opinión de la persona que le reclamaba. Por su parte, Tatsuya se mantenía tan conciliador como siempre: arrojando una mirada recriminatoria a su amigo de blancos cabellos, a la vez que trataba de enfriar los ánimos de los presentes. El nativo de la espiral se limitó a contestarle, con el único gesto que había hecho en un buen rato, una especie de “hombre, pero si él es quien ha comenzado”
«Reluctante, descortés y soberbio… —repitió mentalmente mientras que seguía el hilo de lo dicho—. Si él fuera un criminal me sentiria sinceramente halagado»
La situación comenzaba a hacerle gracia, mas por el poco impacto que aquellas palabras tenían que por alguna otra razón. Se encontraba mirando serenamente al Uchiha y este le devolvía una mirada un tanto reprobatoria, cuando una sonrisa cómplice y despectiva comenzó a amenazar con manifestarse en su rostro. Pero dicha sonrisa se perdió rápidamente cuando sus oídos captaron algo que no esperaba escuchar y que para nada considero gracioso.
—…Sigue así y tú y yo acabaremos mal… —Las palabras hicieron eco en su mente.
En un instante, sus ojos grises pasaron a ser como el cielo encapotado que daba aviso de la tormenta inminente. De pronto toda la calma que emanaba de él se transformó en una tensión muy fácil de interpretar. Si había algo que lo ponía de humor para iniciar una pelea era el que intentasen intimidarlo. Su mirada acerada recorrió el cuerpo de los chicos de Takigakure, en busca de alguna intención de detenerle, a la vez que les advertía que lo mejor sería no intentarlo.
—Descuida, puedo solucionar ese problema… —aseguro con voz helada mientras comenzaba a levantarse lentamente y a girar su rostro hacia el recién llegado.
De pronto, Akame saltó de su asiento haciendo uso de su energía y buena disposición para tratar de disipar la mala nube que cubría aquel rincón del comedor. Kazuma no pudo evitar el sentir respeto por la inteligencia de aquel chico: con la mirada, le había dejado claro que no había forma de convencerle de no hacer lo que quisiera, por lo que en lugar de tratar de negociar con el espadachín optó por apaciguar la ofensa que yacía sobre Daruu.
«Ya veo lo que intentas hacer —aseguro con calma, mientras el Uchiha arrastró la conversación a otro tema que incluía el plan de noche de historias acordado anteriormente—. Vale, te seguiré el juego, pero solo por respeto al esfuerzo que haces por conservar la paz... Y por que me debes una buena historia»
—Vale, igual no tenía ganas de pelear —mintió con absoluta calma, confianza y naturalidad—. Prefiero relajarme y escuchar una buena historia.
Tan repentinamente como apareció, la tormenta en sus ojos se disipó. No considero necesario responderle al Hanaiko, pues igual todo lo que se le ocurriera en aquel momento se terminaría convirtiendo en alguna provocación. Se limitó a acercarse a la barra y ha agradecer al personal por tan cálida y abundante comida.
—Bueno, ya podemos ponernos en marcha. —Le hizo un gesto a su compañero de armas para que le siguiera y comenzó a caminar en dirección al vagón donde yacía su cómodo asiento.