25/12/2016, 01:05
El siniestro caminante entró decidido al antro, en total y completo silencio, y deslizó su serpenteante mirada por la sala sin tapujo. Sus orbes rojos terminaron hincados en los de un jovial mayor, el cuál le dedicó un fuerte y agradable saludo lleno de vitalidad, pese al deterioro que lucía su cabellera. Parecía un tanto eufórico ante la presencia del chico, pero el trato había sido algo frío y distante, lo cuál le hacía una clara referencia a que no lo conocía en absoluto. Eso, o bien disimulaba de puta madre el cabroncete.
Un total de cuatro mesas con sus correspondientes sillas se situaban casi a mitad de la estancia, y en una de éstas se encontraba la presa. El chico de cabellera mas oscura que la propia noche alzó levemente el brazo, respondiendo con un gesto descastado al saludo del hombre, al fin.
Mantuvo por un instante el gesto, así como los pies plantados en el mismo lugar. Observó que la chica no llevaba su mirada mas alto a lo que alcanzaban sus fideos, y fue entonces que se dirigió con paso firme hasta la mesa contigua a la suya. Con la misma decisión inicial, tomó el asiento que daría espalda con espalda, y en completo silencio tomó la plaza. Alzó de nuevo la diestra, ésta vez buscando atraer al tendero, e hizo con gesto de abanico una seña para que éste se acercase.
—Sé quien eres, y tú sabes quien soy. Déjate de tonterías, y trae lo que me debes. —Susurraría a su oído, en pos de que la chica no terminase de escucharle. —"Él" ya está fuera del juego.
Quizás estaba cometiendo el error mas grande de su vida, pero se dice que quien no arriesga no gana. Estaba haciendo un "All in" sin haber visto tan siquiera la primera carta, lo estaba jugando todo a la suerte. Aunque tampoco era para tanto después de todo, era una kunoichi, seguro que podía zafarse de los posibles problemas y de las adversidades. Para algo había entrenado durante tanto tiempo...
Si el hombre estaba implicado, seguramente se extrañaría. Si el de ojos rojos era cómplice, éste primero le llevaría la corriente. Si la chica era inocente, seguro que estaba poniendo el oído. Si por el contrario era la culpable, seguro que inquiría que había sido ella la autora. Sin duda alguna, el plan tenía pocos puntos flacos, era auténticamente bueno para el poco tiempo que había tenido para plasmarlo y meditarlo.
Lo peor de todo era que la cara de esa chica implicada realmente le sonaba, estaba completamente segura de que la conocía de algo... aunque aún no sabía de qué.
Un total de cuatro mesas con sus correspondientes sillas se situaban casi a mitad de la estancia, y en una de éstas se encontraba la presa. El chico de cabellera mas oscura que la propia noche alzó levemente el brazo, respondiendo con un gesto descastado al saludo del hombre, al fin.
Mantuvo por un instante el gesto, así como los pies plantados en el mismo lugar. Observó que la chica no llevaba su mirada mas alto a lo que alcanzaban sus fideos, y fue entonces que se dirigió con paso firme hasta la mesa contigua a la suya. Con la misma decisión inicial, tomó el asiento que daría espalda con espalda, y en completo silencio tomó la plaza. Alzó de nuevo la diestra, ésta vez buscando atraer al tendero, e hizo con gesto de abanico una seña para que éste se acercase.
—Sé quien eres, y tú sabes quien soy. Déjate de tonterías, y trae lo que me debes. —Susurraría a su oído, en pos de que la chica no terminase de escucharle. —"Él" ya está fuera del juego.
Quizás estaba cometiendo el error mas grande de su vida, pero se dice que quien no arriesga no gana. Estaba haciendo un "All in" sin haber visto tan siquiera la primera carta, lo estaba jugando todo a la suerte. Aunque tampoco era para tanto después de todo, era una kunoichi, seguro que podía zafarse de los posibles problemas y de las adversidades. Para algo había entrenado durante tanto tiempo...
Si el hombre estaba implicado, seguramente se extrañaría. Si el de ojos rojos era cómplice, éste primero le llevaría la corriente. Si la chica era inocente, seguro que estaba poniendo el oído. Si por el contrario era la culpable, seguro que inquiría que había sido ella la autora. Sin duda alguna, el plan tenía pocos puntos flacos, era auténticamente bueno para el poco tiempo que había tenido para plasmarlo y meditarlo.
Lo peor de todo era que la cara de esa chica implicada realmente le sonaba, estaba completamente segura de que la conocía de algo... aunque aún no sabía de qué.