3/01/2017, 17:51
El trío no tardo en hartarse de la hospitalidad del local de Shinogi-To, y, muy probablemente, de la ciudad entera. Su maestro pagó lo que costaba la comida, mucho, según Daruu, y juntos abandonaron el tugurio de un portazo. Daruu no estaba muy seguro de si Kori-sensei había cerrado con tal brusquedad porque algo le había molestado o simplemente había sonado así porque las bisagras de la entrada estaban en mal estado.
Si le había perturbado algo, no se le notaba en la cara. Como casi nada.
El invierno se les había echado encima. No figuradamente. Nada de tonterías de que ya estaban en aliento nevado. Joder, es que es muy fácil hacer juegos de palabras. Allá voy:
Tenían el aliento nevado del final del año en todo el cogote.
Kori caminaba imperturbable a través de la ventisca, pero tenía la misma cara de fastidio que el resto del trío: aquella tormenta de nieve sólo les retrasaba. El viento les daba en la nuca, pero la nieve les llegaba por los tobillos, y no podían hacer otra cosa que caminar torpemente chafando el hielo picado.
Daruu tiritaba y murmuraba cosas como "me cago en la puta", "por qué hace tanto frío ahora", o "si nunca ha nevado tan al sur".
Y era cierto. Probablemente Kori sí que hubiera visto una nevada como aquella, incluso más al sur. Pero para Daruu, nunca había hecho tanto frío, y había estado varias veces en Coladragón.
—¿Po... po... por qué...? —balbuceó al aire, estúpido.
Si le había perturbado algo, no se le notaba en la cara. Como casi nada.
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El invierno se les había echado encima. No figuradamente. Nada de tonterías de que ya estaban en aliento nevado. Joder, es que es muy fácil hacer juegos de palabras. Allá voy:
Tenían el aliento nevado del final del año en todo el cogote.
Kori caminaba imperturbable a través de la ventisca, pero tenía la misma cara de fastidio que el resto del trío: aquella tormenta de nieve sólo les retrasaba. El viento les daba en la nuca, pero la nieve les llegaba por los tobillos, y no podían hacer otra cosa que caminar torpemente chafando el hielo picado.
Daruu tiritaba y murmuraba cosas como "me cago en la puta", "por qué hace tanto frío ahora", o "si nunca ha nevado tan al sur".
Y era cierto. Probablemente Kori sí que hubiera visto una nevada como aquella, incluso más al sur. Pero para Daruu, nunca había hecho tanto frío, y había estado varias veces en Coladragón.
—¿Po... po... por qué...? —balbuceó al aire, estúpido.