Todo héroe, después de descubrir su profesión y entrenar sus habilidades para dedicarse a esta, tiene que realizar hazañas menores para darse a conocer. Toshio tenía eso muy claro.
Una mañana de primavera del año 217, apenas una semana después de graduarse de la academia de Kusagakure, el joven y recién genin después de prepararse y mentalizarse cuidadosamente a base de aumentar su entrenamiento durante estos días, decidió que era hora de realizar su primera hazaña como héroe y como shinobi: su primera misión ninja.
No había nadie en su casa: Su padre se encontraba probablemente en la fragua, como todas las mañanas, y su madre ejerciendo su cargo como kunoichi. Por elló el joven se preparó rápidamente y se dirigió con velocidad al edificio del Morikage. La verdad, no podía evitar esbozar una pequeña sonrisia fruto de la emoción.
Iba vestido con su chaleco y su chaqueta, como usualmente; unos pantalones negros que le permitían moverse con soltura y unas sandalias azul marino con hueco para los dedos. Además decidió llevarse solo su portaarmas y las herramientas que llevaba. Ya que pensaba que no serían necesarias ninguna de sus armas de mayor tamaño, que suele llevar al otro lado de su cadera.
Al llegar al edificio decidió entrar sin dudarlo y esperar parado y en silencio por su turno.
Una mañana de primavera del año 217, apenas una semana después de graduarse de la academia de Kusagakure, el joven y recién genin después de prepararse y mentalizarse cuidadosamente a base de aumentar su entrenamiento durante estos días, decidió que era hora de realizar su primera hazaña como héroe y como shinobi: su primera misión ninja.
No había nadie en su casa: Su padre se encontraba probablemente en la fragua, como todas las mañanas, y su madre ejerciendo su cargo como kunoichi. Por elló el joven se preparó rápidamente y se dirigió con velocidad al edificio del Morikage. La verdad, no podía evitar esbozar una pequeña sonrisia fruto de la emoción.
Iba vestido con su chaleco y su chaqueta, como usualmente; unos pantalones negros que le permitían moverse con soltura y unas sandalias azul marino con hueco para los dedos. Además decidió llevarse solo su portaarmas y las herramientas que llevaba. Ya que pensaba que no serían necesarias ninguna de sus armas de mayor tamaño, que suele llevar al otro lado de su cadera.
Al llegar al edificio decidió entrar sin dudarlo y esperar parado y en silencio por su turno.
¡Muchas gracias a Nao por el sensual avatar y a Ranko por la pedazo de firma!
Team pescado.