12/01/2017, 02:28
El año 2017 se había estrenado de la mejor forma posible. La meteorología acompañaba, había logrado el gran anhelo de mi padre y en cierto modo me sentía liberado por eso. No podía evitar esbozar una gran sonrisa cada vez que por las mañanas cogía mi bandana y me la colocaba en la frente, cuidadosamente, como si fuese un objeto jodidamente frágil. Todos teníamos nuestras manías o rituales con alguna cosa.
Aquel día me desperté más vivo que nunca, quizás por fin la primavera había calada hondo en mi cuerpo y me sentía más que en plena forma. Igual era el momento de tomarse las cosas en serio y debutar como ninja de Kusagakure, estrenarme en lo que todos esperaban que hiciesemos, realizar misiones. Sería pues la primera de todas.
Recuerdo que en la academia nos dijeron que para ello debíamos ir al edificio gubernamental de la aldea, aquella especie de dojo donde trabajaba Kenzou-sama. Así que eso fue lo que hice, vestirme, tomar mis katanas y colocarlas como siempre en mi espalda, dejando que se cruzasen entre ellas y el portaobjetos con todos mis utensilios. Vete a saber qué clase de misión me daban y necesitaría de todo mi inventario o no. En el fondo una deseaba acción de la buena y no la típica misioncilla de novato.
Entre en el majestuoso edificio con uno de mis caramelos en la boca como cuando entras por primera vez en la academia, hecho un saco de nervios y haciéndome mil preguntas a la vez.
*¿Veré a Kenzou-sama? ¿Qué tipo de misión me asignarán? ¿Estaré a la altura? ¿Y si no he entrenado lo suficiente?
Sacudía la cabeza negando un par de veces tras cada pregunta, tratando de espantarlas, pero era en vano. Así que simplemente me dediqué a observar el lugar para ver si era capaz de deducir donde debía hacer la petición de misión.
Aquel día me desperté más vivo que nunca, quizás por fin la primavera había calada hondo en mi cuerpo y me sentía más que en plena forma. Igual era el momento de tomarse las cosas en serio y debutar como ninja de Kusagakure, estrenarme en lo que todos esperaban que hiciesemos, realizar misiones. Sería pues la primera de todas.
Recuerdo que en la academia nos dijeron que para ello debíamos ir al edificio gubernamental de la aldea, aquella especie de dojo donde trabajaba Kenzou-sama. Así que eso fue lo que hice, vestirme, tomar mis katanas y colocarlas como siempre en mi espalda, dejando que se cruzasen entre ellas y el portaobjetos con todos mis utensilios. Vete a saber qué clase de misión me daban y necesitaría de todo mi inventario o no. En el fondo una deseaba acción de la buena y no la típica misioncilla de novato.
Entre en el majestuoso edificio con uno de mis caramelos en la boca como cuando entras por primera vez en la academia, hecho un saco de nervios y haciéndome mil preguntas a la vez.
*¿Veré a Kenzou-sama? ¿Qué tipo de misión me asignarán? ¿Estaré a la altura? ¿Y si no he entrenado lo suficiente?
Sacudía la cabeza negando un par de veces tras cada pregunta, tratando de espantarlas, pero era en vano. Así que simplemente me dediqué a observar el lugar para ver si era capaz de deducir donde debía hacer la petición de misión.
Narro ~ Hablo ~ Pienso ~ Kumopansa