6/06/2015, 15:16
El pelirrojo se lo tomó bastante a pecho, con el mero hecho de informarle de que el Nintaijutsu era potencialmente difícil de afrontar, se vio dispuesto a evitar una supuesta derrota asegurada. Bueno, tampoco era para mal, a Zuka no le gustaba enfrentarse a sus hermanos. Por un lado ésto le aliviaba. Aunque por otro le asustaba la idea de que su compañero le pillase recelo a sus habilidades, o incluso miedo.
— Nah, ni te ralles. Tampoco es que el Nintaijutsu no tenga huecos, simplemente tiene buenas respuestas en largas y cortas distancias. Además, jamás lo usaría contra un hermano. —
Pareció contento con la actitud de Zuka, Yoshi comentó que esa era la actitud, pero realmente se asombró de que éste le tuviese algo de "miedo" a los animales grandes. La verdad, nunca se había enfrentado a ninguno, no era como pelear contra humanos... esos bichos se mueven por instintos. Contra personas civilizadas sabes qué pueden hacer mas o menos, pero contra un animal... nunca sabes por donde te puede salir.
— Bueno... si, tienes razón. Pero no es lo mismo una hormiga gigante que un tigre gigante o una serpiente.... ¿no crees? — Respondió ante su afirmación.
Por otro lado, el pelirrojo afirmó que no pretendía ir realmente a la antigua aldea oculta de la tierra, si no mas bien a la urbe donde residía el señor feudal. La capital del país de la tierra, llamada Notsuba al parecer. Bueno, ésto no sonaba tan mal después de todo. Una visita a una capital podía acabar en un estupendo viaje. Había de lanzarse a la aventura, y éste podía ser un buen comienzo.
— Oye, pues no suena mal. Ese sitio tiene que ser increíble... una ciudad construida sobre un río. Creo que hasta he leído sobre ella. —
Al rato, su compañero comentó que el té parecía que iba a llegar en breve. Así fue, casi al instante, el anciano tomó una bandeja y la cargó con el pedido. Sin demora alguna, se dirigió hacia la mesa y lo depositó ante sendos comensales. Tras dejarlos ahí, hizo una pequeña reverencia y tomó camino hacia otro cliente.
— Muchas gracias. — Agradeció el chico antes de que el anciano se fuese. — Que aproveche. —
Dicho ésto, el rubio pilló la tetera frente a él del asa, y se sirvió una taza de su bebida. El intenso olor se hizo casi palpable, y el color esmeralda inundó el fondo de aquella taza de cerámica blanca. Tras ello, daría un primer sorbo a su té.
— Nah, ni te ralles. Tampoco es que el Nintaijutsu no tenga huecos, simplemente tiene buenas respuestas en largas y cortas distancias. Además, jamás lo usaría contra un hermano. —
Pareció contento con la actitud de Zuka, Yoshi comentó que esa era la actitud, pero realmente se asombró de que éste le tuviese algo de "miedo" a los animales grandes. La verdad, nunca se había enfrentado a ninguno, no era como pelear contra humanos... esos bichos se mueven por instintos. Contra personas civilizadas sabes qué pueden hacer mas o menos, pero contra un animal... nunca sabes por donde te puede salir.
— Bueno... si, tienes razón. Pero no es lo mismo una hormiga gigante que un tigre gigante o una serpiente.... ¿no crees? — Respondió ante su afirmación.
Por otro lado, el pelirrojo afirmó que no pretendía ir realmente a la antigua aldea oculta de la tierra, si no mas bien a la urbe donde residía el señor feudal. La capital del país de la tierra, llamada Notsuba al parecer. Bueno, ésto no sonaba tan mal después de todo. Una visita a una capital podía acabar en un estupendo viaje. Había de lanzarse a la aventura, y éste podía ser un buen comienzo.
— Oye, pues no suena mal. Ese sitio tiene que ser increíble... una ciudad construida sobre un río. Creo que hasta he leído sobre ella. —
Al rato, su compañero comentó que el té parecía que iba a llegar en breve. Así fue, casi al instante, el anciano tomó una bandeja y la cargó con el pedido. Sin demora alguna, se dirigió hacia la mesa y lo depositó ante sendos comensales. Tras dejarlos ahí, hizo una pequeña reverencia y tomó camino hacia otro cliente.
— Muchas gracias. — Agradeció el chico antes de que el anciano se fuese. — Que aproveche. —
Dicho ésto, el rubio pilló la tetera frente a él del asa, y se sirvió una taza de su bebida. El intenso olor se hizo casi palpable, y el color esmeralda inundó el fondo de aquella taza de cerámica blanca. Tras ello, daría un primer sorbo a su té.