14/01/2017, 00:23
Toshio se acercó al mostrador, y la recepcionista no tardó en alzar sus ojos claros hacia él, interrogante. Era una mujer de avanzada edad, con bolsas debajo de los ojos pero mirada amable. Su cabellos rizado y rubio, caía por encima de sus hombros.
—Disculpe, soy Kurogane Toshio, quisiera solicitar una misión —dijo el novato.
La mujer fue a replicar, pero justo entonces se adelantó Yota.
—Qué casualidad. Yo venía justo por lo mismo. ¿Donde tengo que ir para que me den una?
La mujer se sobresaltó cuando el recién llegado sacó una petaca. Sin embargo, relajó enseguida su postura cuando se fijó en que lo único que llevaba aquel artilugio eran caramelos indefensos. Yota no tardó en llevarse uno de ellos, de un color rosa intenso, a la boca y después apoyó la mano sobre la mesa esperando una respuesta con una media sonrisa.
—Oh... —la mujer sacudió la cabeza para centrarse, y enseguida se dirigió a una mesa con archivadores que se encontraba junto a ella y se puso a rebuscar en el cajón señalado con la letra D—. Normalmente es Morikage-sama quien se encarga de estas cosas, pero ahora mismo está ocupado en una reunión... —sacó un pergamino y volvió al mostrador, frente a los dos chicos—. Pero si no os importa trabajar juntos, tengo una misión perfecta para vosotros —añadió con una cándida sonrisa—. Buenos días y buena suerte.
Y si los chicos no tenían nada que añadir, la mujer volvió a sus quehaceres.
—Disculpe, soy Kurogane Toshio, quisiera solicitar una misión —dijo el novato.
La mujer fue a replicar, pero justo entonces se adelantó Yota.
—Qué casualidad. Yo venía justo por lo mismo. ¿Donde tengo que ir para que me den una?
La mujer se sobresaltó cuando el recién llegado sacó una petaca. Sin embargo, relajó enseguida su postura cuando se fijó en que lo único que llevaba aquel artilugio eran caramelos indefensos. Yota no tardó en llevarse uno de ellos, de un color rosa intenso, a la boca y después apoyó la mano sobre la mesa esperando una respuesta con una media sonrisa.
—Oh... —la mujer sacudió la cabeza para centrarse, y enseguida se dirigió a una mesa con archivadores que se encontraba junto a ella y se puso a rebuscar en el cajón señalado con la letra D—. Normalmente es Morikage-sama quien se encarga de estas cosas, pero ahora mismo está ocupado en una reunión... —sacó un pergamino y volvió al mostrador, frente a los dos chicos—. Pero si no os importa trabajar juntos, tengo una misión perfecta para vosotros —añadió con una cándida sonrisa—. Buenos días y buena suerte.
Y si los chicos no tenían nada que añadir, la mujer volvió a sus quehaceres.
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