15/01/2017, 00:03
Entre las muchas posesiones de los Sanshōo, se encontraba uno de los dojos más grandes de toda Kusagakure: Nesutosanshouuo o Nido de la Salamandra, fácilmente reconocible por la enorme salamandra dibujada sobre el papel de arroz de la puerta de acceso. Hasta la muerte de su abuelo, este había sido el sensei del lugar, actualmente se encargaban de llevarlo entre su abuela y Tomoe.
El Nesutosanshouuo, era un enorme edificio fabricado en maderas nobles y resistentes para soportar las duras prácticas a las que se sometían los shinobis. Techos altos, un enorme tatami en el centro y un edificio anexo donde se encontraban las duchas, enfermerías y demás dependencias del lugar, además de un enorme jardín trasero en el que se podía contemplar impresionante colección de bonsais de más de trescientos años.
Sentada en uno de los laterales, concretamente en la zona donde se ubicaba una platea en la cual había un pequeño templete, se encontraba Izumi Sanshōo vestida con sus ropas habituales. La pelimorada estaba con la espalda pegada a la pared, junto al relicario donde el símbolo del clan descansaba. Frente a ella, varios grupos de estudiantes de artes marciales se entregaban al entrenamiento de la mano de diferentes maestros. Ella por su parte ojeaba distraídamente un cómic de su serie favorita "Las súper Kunoichis", no parecía estar prestando mucha atención al resto
"Baburu es súper mona" pensaba la joven mientras pasaba la página tranquilamente, sin percatarse que había alguien en la puerta del dojo "Aunque si no llega a ser por lista que es Hanabira... esta vez no se hubiesen salvado" sintió un sonido sordo, como si alguien dejase algo pesado "¿Pero qué...?" giró la mirada hasta la puerta y vio entrar a un chico no muy alto, con un kimono muy desgastado, parecía estar en muy buena forma física y por su actitud podía verse que era la primera vez que entraba por allí "Me da que este es alguno nuevo de los cursos... si que llega tarde"
—Lo siento, si vienes a entrenar llegas tarde— informó la joven sin quitar la vista de su cómic —Las clases empezaron hace una hora—
El Nesutosanshouuo, era un enorme edificio fabricado en maderas nobles y resistentes para soportar las duras prácticas a las que se sometían los shinobis. Techos altos, un enorme tatami en el centro y un edificio anexo donde se encontraban las duchas, enfermerías y demás dependencias del lugar, además de un enorme jardín trasero en el que se podía contemplar impresionante colección de bonsais de más de trescientos años.
Sentada en uno de los laterales, concretamente en la zona donde se ubicaba una platea en la cual había un pequeño templete, se encontraba Izumi Sanshōo vestida con sus ropas habituales. La pelimorada estaba con la espalda pegada a la pared, junto al relicario donde el símbolo del clan descansaba. Frente a ella, varios grupos de estudiantes de artes marciales se entregaban al entrenamiento de la mano de diferentes maestros. Ella por su parte ojeaba distraídamente un cómic de su serie favorita "Las súper Kunoichis", no parecía estar prestando mucha atención al resto
"Baburu es súper mona" pensaba la joven mientras pasaba la página tranquilamente, sin percatarse que había alguien en la puerta del dojo "Aunque si no llega a ser por lista que es Hanabira... esta vez no se hubiesen salvado" sintió un sonido sordo, como si alguien dejase algo pesado "¿Pero qué...?" giró la mirada hasta la puerta y vio entrar a un chico no muy alto, con un kimono muy desgastado, parecía estar en muy buena forma física y por su actitud podía verse que era la primera vez que entraba por allí "Me da que este es alguno nuevo de los cursos... si que llega tarde"
—Lo siento, si vienes a entrenar llegas tarde— informó la joven sin quitar la vista de su cómic —Las clases empezaron hace una hora—