15/01/2017, 22:18
(Última modificación: 29/07/2017, 01:46 por Amedama Daruu.)
—Si tus pizzas son tan buenas como dices, puede que tengas un cliente nuevo.
Cliente. ¡Cliente! A Daruu le gustaba como sonaba eso. Técnicamente no tenía ningún local, las hacía en la pastelería de su madre —buen horno, aquél—, pero ya empezaba a sentirse como si fuese el pizzero más famoso del barrio, qué del barrio, ¡del mundo! Hinchó el pecho, puso los brazos en jarras y mostró su mejor sonrisa.
—¡Ja! ¡Ahora mismo nos vamos a comernos una, hombre! —dijo Daruu—. Que conste que aún estoy entrenando, así que te sale gratis. A cambio de que me dejes comer a mí también, por supuesto.
—¿Qué es una pizza...? —Una inocente vocecilla sonó a sus espaldas. Daruu se dio la vuelta y encontró allí a Ayame.
—¿No has... probado una pizza... en tu VIDA? OH DIOS MÍO. —Daruu parecía realmente consternado por el hecho de que Ayame no hubiera catado lo que para él era todo un manjar traído por los dioses. Cuando digo que parecía realmente consternado, es que parecía realmente consternado. Ya sé que lo repito mucho, pero hay cosas que sólo se entienden cuando las dices con suficiente énfasis—. Buah, eso lo arreglo yo en menos de lo que canta un pato. Espera, ¿era un gallo, verdad? ¡Es igual!
Algo tropezó de nuevo con él por la espalda.
—Oí...oí, lo siento pequeña —dijo—. ¿Esto…no es poco tarde para que vayáis por ahí sola?
—¡¡Que soy un tío, cojones!! —bramó Daruu, girándose de golpe. Reparó entonces en que...
»Espera. ¿Tú también? Quiero decir, ¿tú también eres Hyuga? ¡Creía que era el único!
Cliente. ¡Cliente! A Daruu le gustaba como sonaba eso. Técnicamente no tenía ningún local, las hacía en la pastelería de su madre —buen horno, aquél—, pero ya empezaba a sentirse como si fuese el pizzero más famoso del barrio, qué del barrio, ¡del mundo! Hinchó el pecho, puso los brazos en jarras y mostró su mejor sonrisa.
—¡Ja! ¡Ahora mismo nos vamos a comernos una, hombre! —dijo Daruu—. Que conste que aún estoy entrenando, así que te sale gratis. A cambio de que me dejes comer a mí también, por supuesto.
—¿Qué es una pizza...? —Una inocente vocecilla sonó a sus espaldas. Daruu se dio la vuelta y encontró allí a Ayame.
—¿No has... probado una pizza... en tu VIDA? OH DIOS MÍO. —Daruu parecía realmente consternado por el hecho de que Ayame no hubiera catado lo que para él era todo un manjar traído por los dioses. Cuando digo que parecía realmente consternado, es que parecía realmente consternado. Ya sé que lo repito mucho, pero hay cosas que sólo se entienden cuando las dices con suficiente énfasis—. Buah, eso lo arreglo yo en menos de lo que canta un pato. Espera, ¿era un gallo, verdad? ¡Es igual!
Algo tropezó de nuevo con él por la espalda.
—Oí...oí, lo siento pequeña —dijo—. ¿Esto…no es poco tarde para que vayáis por ahí sola?
—¡¡Que soy un tío, cojones!! —bramó Daruu, girándose de golpe. Reparó entonces en que...
»Espera. ¿Tú también? Quiero decir, ¿tú también eres Hyuga? ¡Creía que era el único!