21/01/2017, 13:15
Pasados unos minutos, el hombre recepcionista bajó los peldaños con tranquilidad. Shiona se encontraba de buen humor, y en ningún momento sintió miedo al entrar a su despacho -y es que lo tenía muy a menudo desde que entró a trabajar directamente en aquel edificio- solo respeto ante la madre de todos los habitantes de Uzushio. Y al recibir un sí por respuesta ante la petición de recibir en persona a uno de sus tantos shinobi, no dudó en bajar a informarle de inmediato y que comenzase su misión.
Una vez en la recepción de nuevo, se acercó a la de cabellos rubios con una sonrisa pintada en su rostro.
— Sakamoto Noemi-san, Shiona-sama está esperando por usted. — Informó mientras se hacía a un lado de la escalinata. — Sabe dónde está su despacho, ¿no? Lo dejo en sus manos. — Alegó mientras se aproximaba a su mesa de nuevo para recibir a las demás personas que aparecían. — Le deseo buena suerte.
Y con un guiño de su ojo derecho, pasó su atención al señor mayor que se aproximaba a su mesa alegando algo sobre robos a su preciado huerto. Pero a él le daba igual, era un día maravilloso.
Una vez en la recepción de nuevo, se acercó a la de cabellos rubios con una sonrisa pintada en su rostro.
— Sakamoto Noemi-san, Shiona-sama está esperando por usted. — Informó mientras se hacía a un lado de la escalinata. — Sabe dónde está su despacho, ¿no? Lo dejo en sus manos. — Alegó mientras se aproximaba a su mesa de nuevo para recibir a las demás personas que aparecían. — Le deseo buena suerte.
Y con un guiño de su ojo derecho, pasó su atención al señor mayor que se aproximaba a su mesa alegando algo sobre robos a su preciado huerto. Pero a él le daba igual, era un día maravilloso.
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