¿Entre la espada y el...lago?

[King Roga]

Llovía, como de costumbre. Encerrado por paredes invisibles, llamadas reglas, que le obligaban a quedarse como prisionero de la ciudad conocida como Amegakure. Las aguas del Gran Lago con nombre homónimo a la villa denotaban el límite simbólico que los separaba del "afuera". Alguna vez se preguntó que habría sido de él de no haber nacido en esa tierra donde el cielo deja caer su llanto perpetuo. Él, a diferencia de muchos no creía en ese mito de que la falta de lluvia traía mala suerte, al contrario, agradecido y maravillado estuvo cuando pudo contemplar la luz del astro rey por primera vez.

"No sé como no se aburren"

Y no se refería a soportar las inclemencias climáticas, sino al hecho de aguantar el quedarse adentro de la villa y obedecer a la Arashikage. Sí, el era ninja, pero porque en su familia todos lo eran y el no sería la excepción. Esto más de alguna vez le causó conflictos con los profesores de la academia, aparte claro de su de por sí extraña conducta.

De repente le dio por pensar en que había sido de sus ex-compañeros de clase, aunque nunca llego a tener amigos como tales. Incluso, el psiquiatra de la institución por ciertas razones decidió apartarlo de la clase pues no consideraba sano la forma en la que trataba a los demás, actitud que pese a los esfuerzos no se le corrigió aunque se graduase.

Andando iba mirando todo y nada, cubriéndose con una capa con capucha de color negro, perdiendo el tiempo pues no tenía ganas de quedarse encerrado en casa mientras su abuela lo obligaba a entrenar. Así estuvo hasta llegar al embarcadero, ignorando a todas las demás personas que pasaban, quedándose con la mirada fija sobre un bote solitario que navegaba en aquellas aguas.