8/06/2015, 21:39
Zuka tenía bien claros sus propósitos, aunque en la mente de su compañero no circundaban de igual manera. Éste insistió en que la vida siempre da muchas vueltas, y nunca se sabe qué depara el futuro. Esto era bien cierto, pero la familia siempre seguirá siendo la familia, y eso era Kusagakure para él. Pensar de otro modo le era imposible, para él, traicionar a la familia era lo peor de lo peor. Aunque bien cierto es que no era así para todos, como para el chico de aquella tarde...
"Bueno... en parte tiene razón. Pero... ¿esa gente también han de ser tomados como hermanos? Si hacen daño a los de Kusa, es mejor abatirlos... pues no son de kusa, van contra ella. ¿No?"
Sin embargo, los pájaros no fueron en la dirección del rifle. Yoshi le dio la vuelta a la mesa, y la puso boca abajo. Al parecer, a lo que él se refería era a que en algún momento podrían querer un enfrentamiento amistoso, un combate de entrenamiento. También podía ser que se encontrasen alguna vez en mitad de un ascenso, y les tocase competir. Era algo lógico.
Por último, acabó teniendo en consideración las habilidades del rubio, añadiendo que sería cauto en un posible encuentro, y que le apreciaba. Incluso terminó llamándole hermano. El pelirrojo consiguió sacarle una radiante sonrisa al Yotsuki, natural e intensa como el mismo sol.
— Si, quizás en algún momento tengamos que competir, pero igualmente nunca iría mas allá de lo necesario. A un hermano nunca se le hace daño... jajajaja. — Acompañó a su igual.
La charla prosiguió, y ante el comentario de Zuka, el pelirrojo no dudó en su respuesta. El chico no pecaba de cobarde, ni de prudente. Aunque tampoco le podía negar su legítima firmeza, así como parte de su razón. Si uno se ve en un aprieto, lo mínimo que puede hacer es luchar por su vida, cueste lo que cueste. Huir y morir es cosa de cobardes, y una de las peores muertes posibles.
El chico se llevó la diestra al cogote, mientras dejó caer un suspiro. Agitando la cabeza levemente, dejó caer la razón sobre el comentario del pelirrojo. Entre tanto, volvió a mirar si ya estaba en camino su infusión. Así era, ya estaba a punto de llegar. De nuevo, llevó su mirada a Yoshi.
— Ahí me pillas. Mejor morir luchando, a morir con los pantalones bajados, como quien dice. Creo que en una situación así, yo también preferiría dar la cara, a intentar huir como un cobarde. Aunque me llevase una paliza... jajajaja. —
Entre tanto, la conversación fluyó de nuevo, y ambos terminaron coincidiendo en algo, debían organizar el viaje. Se veía un viaje curioso, interesante, y seguramente lleno de aventuras. Para nada pintaba mal. Además, era un sitio curioso, la sede del señor feudal del país de la tierra. Ese sitio había de ser genial.
— Pues si, ésto pinta genial, y cuanto mas seamos, mejor. Aunque bueno, tampoco es cosa de que vayamos cien genins... ¿no? En fin, con que seamos tres o cuatro va bien. Cinco ya son multitud. — Confesó llevándose la mano al mentón.
Al fin, el té y los dangos llegaron. Sendos shinobis le agradecieron el producto al dueño del establecimiento, y ambos llenaron casi a la par sus tazas. Una infusión verde, mientras que la otra roja. Por su parte, Yoshi decidió esperar a que el té se aireara debidamente, mientras que comía el primer dango. Por su lado, el rubio decidió dar un primer sorbo, mas que nada por complacer a su sed en un día tan caluroso como el resto de verano.
El pelirrojo no pudo evitar dejar escapar lo que pensaba. Tampoco era para menos, éste sitio tenía unos dangos realmente deliciosos. El rubio entrecerró los ojos, y asintió con una sonrisa entre dientes.
— Si, realmente ésta cocina sabe aprovechar el espacio. No sé como lo hacen, pero siempre está riquísimo todo. —
Tras de ello, pasaría a probar un dango.
"Bueno... en parte tiene razón. Pero... ¿esa gente también han de ser tomados como hermanos? Si hacen daño a los de Kusa, es mejor abatirlos... pues no son de kusa, van contra ella. ¿No?"
Sin embargo, los pájaros no fueron en la dirección del rifle. Yoshi le dio la vuelta a la mesa, y la puso boca abajo. Al parecer, a lo que él se refería era a que en algún momento podrían querer un enfrentamiento amistoso, un combate de entrenamiento. También podía ser que se encontrasen alguna vez en mitad de un ascenso, y les tocase competir. Era algo lógico.
Por último, acabó teniendo en consideración las habilidades del rubio, añadiendo que sería cauto en un posible encuentro, y que le apreciaba. Incluso terminó llamándole hermano. El pelirrojo consiguió sacarle una radiante sonrisa al Yotsuki, natural e intensa como el mismo sol.
— Si, quizás en algún momento tengamos que competir, pero igualmente nunca iría mas allá de lo necesario. A un hermano nunca se le hace daño... jajajaja. — Acompañó a su igual.
La charla prosiguió, y ante el comentario de Zuka, el pelirrojo no dudó en su respuesta. El chico no pecaba de cobarde, ni de prudente. Aunque tampoco le podía negar su legítima firmeza, así como parte de su razón. Si uno se ve en un aprieto, lo mínimo que puede hacer es luchar por su vida, cueste lo que cueste. Huir y morir es cosa de cobardes, y una de las peores muertes posibles.
El chico se llevó la diestra al cogote, mientras dejó caer un suspiro. Agitando la cabeza levemente, dejó caer la razón sobre el comentario del pelirrojo. Entre tanto, volvió a mirar si ya estaba en camino su infusión. Así era, ya estaba a punto de llegar. De nuevo, llevó su mirada a Yoshi.
— Ahí me pillas. Mejor morir luchando, a morir con los pantalones bajados, como quien dice. Creo que en una situación así, yo también preferiría dar la cara, a intentar huir como un cobarde. Aunque me llevase una paliza... jajajaja. —
Entre tanto, la conversación fluyó de nuevo, y ambos terminaron coincidiendo en algo, debían organizar el viaje. Se veía un viaje curioso, interesante, y seguramente lleno de aventuras. Para nada pintaba mal. Además, era un sitio curioso, la sede del señor feudal del país de la tierra. Ese sitio había de ser genial.
— Pues si, ésto pinta genial, y cuanto mas seamos, mejor. Aunque bueno, tampoco es cosa de que vayamos cien genins... ¿no? En fin, con que seamos tres o cuatro va bien. Cinco ya son multitud. — Confesó llevándose la mano al mentón.
Al fin, el té y los dangos llegaron. Sendos shinobis le agradecieron el producto al dueño del establecimiento, y ambos llenaron casi a la par sus tazas. Una infusión verde, mientras que la otra roja. Por su parte, Yoshi decidió esperar a que el té se aireara debidamente, mientras que comía el primer dango. Por su lado, el rubio decidió dar un primer sorbo, mas que nada por complacer a su sed en un día tan caluroso como el resto de verano.
El pelirrojo no pudo evitar dejar escapar lo que pensaba. Tampoco era para menos, éste sitio tenía unos dangos realmente deliciosos. El rubio entrecerró los ojos, y asintió con una sonrisa entre dientes.
— Si, realmente ésta cocina sabe aprovechar el espacio. No sé como lo hacen, pero siempre está riquísimo todo. —
Tras de ello, pasaría a probar un dango.