3/02/2017, 21:23
—Pues sí— Respondió con total cinismo.
Daba igual si la pregunta era en sentido figurado o no, no le importaba. Y si le entendía o no también le daba bastante igual. Seguía sin entender el motivo por el cual la kusagakureña estaba tan enfadada. Según su lógica, no había necesidad de que la kunoichi le dijera donde estaba la aldea o no, con el simple hecho de negarlo bastaba para aclarar su punto. Pero no, tenían que hacer un gran teatro para todo eso.
El último comentario de la kunoichi le hirvió, no porque pasara de su cara, sino que a su punto de vista fue grosero con su hermana. A él que le dijera lo que quisiera, si no se dejaba mandonear por las autoridades de su propia aldea menos de una extranjera, pero ay de aquel que ose alzarle la voz a su hermana. Iba a comentar algo, pero su boca se quedó entreabierta, interrumpido una vez más por la voz de Hangaku.
—Sí, lo entiendo, lamento que mi hermano sea un bocafloja— En esos instantes la paralítica colocó sus mamnos en sus muslos, improvisando una reverencia —Iremos, no te preocupes, hablaremos con quién sea necesario con tal de aclarar todo esto.
—¿Vas a dejar que te hable en ese tono?— Se agachó para decirle al oído.
—Tu te callas, no vuelvas a decir una palabra— Le respondió con mirada acusadora.
El muchacho se alzó, herido por lo que le acababa de decir su hermana. Sólo quería defenderla, pero el tiro le había salido por la culata. De ahí, no iba a volver a hablar si su hermana no se lo decía.
—¿Entonces?— Dijo dirigiéndose a la pelirroja del cascabel, a la espera de ver a dónde y/o con quién tendría que llevarlos.
Daba igual si la pregunta era en sentido figurado o no, no le importaba. Y si le entendía o no también le daba bastante igual. Seguía sin entender el motivo por el cual la kusagakureña estaba tan enfadada. Según su lógica, no había necesidad de que la kunoichi le dijera donde estaba la aldea o no, con el simple hecho de negarlo bastaba para aclarar su punto. Pero no, tenían que hacer un gran teatro para todo eso.
El último comentario de la kunoichi le hirvió, no porque pasara de su cara, sino que a su punto de vista fue grosero con su hermana. A él que le dijera lo que quisiera, si no se dejaba mandonear por las autoridades de su propia aldea menos de una extranjera, pero ay de aquel que ose alzarle la voz a su hermana. Iba a comentar algo, pero su boca se quedó entreabierta, interrumpido una vez más por la voz de Hangaku.
—Sí, lo entiendo, lamento que mi hermano sea un bocafloja— En esos instantes la paralítica colocó sus mamnos en sus muslos, improvisando una reverencia —Iremos, no te preocupes, hablaremos con quién sea necesario con tal de aclarar todo esto.
—¿Vas a dejar que te hable en ese tono?— Se agachó para decirle al oído.
—Tu te callas, no vuelvas a decir una palabra— Le respondió con mirada acusadora.
El muchacho se alzó, herido por lo que le acababa de decir su hermana. Sólo quería defenderla, pero el tiro le había salido por la culata. De ahí, no iba a volver a hablar si su hermana no se lo decía.
—¿Entonces?— Dijo dirigiéndose a la pelirroja del cascabel, a la espera de ver a dónde y/o con quién tendría que llevarlos.