4/02/2017, 16:24
Toshio fue el que tomó la iniciativa. Se adelantó y mostrándole al desconocido el pergamino que les había dado la recepcionista del edificio del Morikage, se presentó:
—Yo soy Kurogane Toshio. Somos los dos genin que usted ha solicitado.
Su compañero, haciendo bailotear lo que quedaba del palo del caramelo que sostenía entre sus dientes, no tardó en hacer lo propio:
—Venimos a ayudar en lo que sea posible, señor. Yo soy Sasagani Yota.
El hombre les echó una larga mirada a ambos, de arriba a abajo, y al final tomó el pergamino que le tendía Toshio. Lo leyó en silencio varias veces, con el ceño fruncido, y al final terminó por devolvérselo con un gesto brusco.
—Yo no he solicitado ninguna ayuda —les espetó, de un repentino mal humor—. Vaya ninjas. Antes de presentaros de esa manera deberíais aseguraros de con quién estáis hablando. Chīzu Nezumi vive en aquella finca de allí —añadió, señalando una caseta que se encontraba a un par de fincas de distancia. Incluso desde aquella distancia, Yota y Toshio podían comprobar que aquella vivienda, pese a tratarse igualmente de una caseta, aunque de algo más de dos pisos de altura, era bastante más opulenta el humilde molino del hombre.
Aquel, sin esperar siquiera una contestación por parte de los dos shinobi, se había dado media vuelta y se dirigía de nuevo al que parecía ser su hogar.
—Yo soy Kurogane Toshio. Somos los dos genin que usted ha solicitado.
Su compañero, haciendo bailotear lo que quedaba del palo del caramelo que sostenía entre sus dientes, no tardó en hacer lo propio:
—Venimos a ayudar en lo que sea posible, señor. Yo soy Sasagani Yota.
El hombre les echó una larga mirada a ambos, de arriba a abajo, y al final tomó el pergamino que le tendía Toshio. Lo leyó en silencio varias veces, con el ceño fruncido, y al final terminó por devolvérselo con un gesto brusco.
—Yo no he solicitado ninguna ayuda —les espetó, de un repentino mal humor—. Vaya ninjas. Antes de presentaros de esa manera deberíais aseguraros de con quién estáis hablando. Chīzu Nezumi vive en aquella finca de allí —añadió, señalando una caseta que se encontraba a un par de fincas de distancia. Incluso desde aquella distancia, Yota y Toshio podían comprobar que aquella vivienda, pese a tratarse igualmente de una caseta, aunque de algo más de dos pisos de altura, era bastante más opulenta el humilde molino del hombre.
Aquel, sin esperar siquiera una contestación por parte de los dos shinobi, se había dado media vuelta y se dirigía de nuevo al que parecía ser su hogar.
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