7/02/2017, 23:51
A estas alturas le importaba poco menos que un pepino lo que el del parche estuviese pensando de ella, seguramente estaría recitándole el diccionario completo de insultos amegakurienses y de pasada cuestionando su accionar, algo como ‘Ni siquiera conoce el procedimiento’ o algo similar y lamentablemente se equivocaba, Ritsuko sabía lo que hacer en esos casos y por eso insistía con no dejarles ir por libre, el asunto era que no siempre los shinobis especialistas en genjutsus y técnicas mentales estaban disponibles y en ocasiones hasta se veían obligados a hacer otras cosas. Ese era el problema principal de la kunoichi en esta oportunidad.
—Bien… —Respondió a Hangaku solamente para indicarle que la había escuchado.
Al cabo de un par de minutos de caminata, los tres habrían llegado a lo que parecía ser un templo, donde la pelirroja estaba segura que habría algún shinobi deambulando y que podría hacer lo que ella no podía, es decir, sacarle la información al chico para comprobar si realmente sabía o no aunque eso seguramente suponía un riesgo de que averiguase también la ubicación de Amegakure, a saber lo que harían al final.
—Esperen un minuto aquí. —Les indicó a los de extranjeros antes de meterse a una cabina a un lado del templo.
Allí dentro no había gran cosa, un par de muebles con estantes casi vacíos y un escritorio detrás del cual había un shinobi sentado muy entretenido con el sudoku de una revista que al verse interrumpido gruñó un poco hasta ver la bandana de la chica que le molestaba.
—Disculpe, encontré a un chico de Amegakure que por cómo se expresa parece saber la ubicación exacta de Kusagakure. —Informó la pelirroja al cuarentón que no parecía muy feliz al escuchar aquello. —Está fuera junto a una parienta suya esperando. —Indicó haciéndose a un lado de la puerta para que pudiera pasar fácilmente, y así lo hizo.
—¿Tienen algo para decir? —Fue lo único que se le ocurrió preguntar al grandulón cuya bandana de Kusagakure estaba atada a su frente. —Saben la que les espera si resulta ser verdad, ¿no? —Agregó con firmeza esperando algún tipo de explicación o algo por parte de los dos jóvenes.
Mientras tanto, Ritsuko salía a paso tortuga de la cabina pasando justo detrás de su superior, asegurándose de no estorbar ni nada por el estilo.
—Bien… —Respondió a Hangaku solamente para indicarle que la había escuchado.
Al cabo de un par de minutos de caminata, los tres habrían llegado a lo que parecía ser un templo, donde la pelirroja estaba segura que habría algún shinobi deambulando y que podría hacer lo que ella no podía, es decir, sacarle la información al chico para comprobar si realmente sabía o no aunque eso seguramente suponía un riesgo de que averiguase también la ubicación de Amegakure, a saber lo que harían al final.
—Esperen un minuto aquí. —Les indicó a los de extranjeros antes de meterse a una cabina a un lado del templo.
Allí dentro no había gran cosa, un par de muebles con estantes casi vacíos y un escritorio detrás del cual había un shinobi sentado muy entretenido con el sudoku de una revista que al verse interrumpido gruñó un poco hasta ver la bandana de la chica que le molestaba.
—Disculpe, encontré a un chico de Amegakure que por cómo se expresa parece saber la ubicación exacta de Kusagakure. —Informó la pelirroja al cuarentón que no parecía muy feliz al escuchar aquello. —Está fuera junto a una parienta suya esperando. —Indicó haciéndose a un lado de la puerta para que pudiera pasar fácilmente, y así lo hizo.
—¿Tienen algo para decir? —Fue lo único que se le ocurrió preguntar al grandulón cuya bandana de Kusagakure estaba atada a su frente. —Saben la que les espera si resulta ser verdad, ¿no? —Agregó con firmeza esperando algún tipo de explicación o algo por parte de los dos jóvenes.
Mientras tanto, Ritsuko salía a paso tortuga de la cabina pasando justo detrás de su superior, asegurándose de no estorbar ni nada por el estilo.