8/02/2017, 16:27
—¿En serio que no hay nada entre vosotros? ¿Entonces por qué querría matarte? —preguntó el de Kusagakure.
—No, ¡te juro que no! Creo que sólo le he mojado con agua al caerme de allá —dijo, señalando el precipicio—. Pero esta reacción es totalmente exagerada para lo que le he hecho.
¿O quizás es que me he perdido algo entre vuestras aldeas?
—Que no, que no, que las aldeas tampoco tienen nada en con...
Pero el rubio se había vuelto a abalanzar contra él. Tres shuriken, lanzados con rabia, sin apuntar, porque apuntar es de cobardes. Daruu ladeó el cuerpo y dejó que dos pasaran al lado de él, y bloqueó otro con un kunai. Metió la mano en su portaobjetos...
—¡BIEN! ¡ENTONCES TENDRÉ QUE MATARTE! —gritó lo más alto y fuerte que pudo. Y arrojó la bomba de humo al suelo.
Una polvareda inmensa se tragó al Kusareño y a Daruu. Tras un instante, éste último salió disparado como una flecha hacia Nabi, por sorpresa desde la nube de humo.
Entre tanto, el verdadero Daruu hacía todo lo contrario de TENER QUE MATARTE saltando de rama en rama. Se había escabullido por detrás y subido al árbol más cercano. Ahora sólo quería volver a casa y no volver a cruzarse con nadie de Uzushiogakure nunca más.
«Lo siento por ese chaval de Kusagakure. Espero que el hijoputa aquél no sacie su sed de sangre con él.»
—No, ¡te juro que no! Creo que sólo le he mojado con agua al caerme de allá —dijo, señalando el precipicio—. Pero esta reacción es totalmente exagerada para lo que le he hecho.
¿O quizás es que me he perdido algo entre vuestras aldeas?
—Que no, que no, que las aldeas tampoco tienen nada en con...
Pero el rubio se había vuelto a abalanzar contra él. Tres shuriken, lanzados con rabia, sin apuntar, porque apuntar es de cobardes. Daruu ladeó el cuerpo y dejó que dos pasaran al lado de él, y bloqueó otro con un kunai. Metió la mano en su portaobjetos...
—¡BIEN! ¡ENTONCES TENDRÉ QUE MATARTE! —gritó lo más alto y fuerte que pudo. Y arrojó la bomba de humo al suelo.
Una polvareda inmensa se tragó al Kusareño y a Daruu. Tras un instante, éste último salió disparado como una flecha hacia Nabi, por sorpresa desde la nube de humo.
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Entre tanto, el verdadero Daruu hacía todo lo contrario de TENER QUE MATARTE saltando de rama en rama. Se había escabullido por detrás y subido al árbol más cercano. Ahora sólo quería volver a casa y no volver a cruzarse con nadie de Uzushiogakure nunca más.
«Lo siento por ese chaval de Kusagakure. Espero que el hijoputa aquél no sacie su sed de sangre con él.»