9/02/2017, 06:29
«Con un poco de suerte es una parte pequeña. »Pensaba la kunoichi haciéndose la idea de que tendría que estar trabajando madera todo el bendito día, a no ser que su suposición fuese acertada y en realidad se tratase de un par de tablones pequeños dañados, cosa que terminase en un par de horas como mucho.
Aquel día las calles se mantenían muy tranquilas, poca era la gente que pasaba pero el ambiente se mantenía bastante pacífico, no era como otros pueblos donde se sentía la tensión a cada paso que dabas y temías por tu integridad, para nada, se sentía como si nada pudiera llegar a interrumpirte o pasarte y aquellas viviendas, todas tan parecidas si bien denotaban la monotonía y simpleza del lugar, le daban cierto toque alegre a la calle.
Además de árboles y diversas flores de agradables perfumes, en ese barrio abundaban los animales, mascotas de los pueblerinos en gran mayoría y seguramente algún callejero también pero que no haría ningún alboroto, pues la paz se respiraba hasta que la rubia pudo divisar algo que rompía todo tipo de esquema posible. «¿A quién se le ocurrirá tener una oveja de mascota? »Se preguntó a sí misma en lo que se acercaba al vallado para comprobar que aquella no era la vivienda a la que tenía que hacer visita.
Lo había hecho con todas las otras casas que había pasado anteriormente solo para asegurarse de que no se la había saltado por error, además de que muchas indicaciones no tenía en el pergamino y lo que menos esperaba era que esa veterana y presunta superior fuese a tener un gusto tan particular en cuanto a fauna.
—No jodas… —Susurró para sí misma con un ligero tic en el ojo izquierdo, incapaz de concebir lo que leía.
«Vamos Noemi, es una oveja, no hacen gran cosa. »Pensaba para convencerse justo antes de recuperar el temple y adentrarse en aquel jardín pura y exclusivamente para llamar a la puerta, aunque tuvo que hacerlo con extrema delicadeza por miedo a darse más trabajo a sí misma.
Aquel día las calles se mantenían muy tranquilas, poca era la gente que pasaba pero el ambiente se mantenía bastante pacífico, no era como otros pueblos donde se sentía la tensión a cada paso que dabas y temías por tu integridad, para nada, se sentía como si nada pudiera llegar a interrumpirte o pasarte y aquellas viviendas, todas tan parecidas si bien denotaban la monotonía y simpleza del lugar, le daban cierto toque alegre a la calle.
Además de árboles y diversas flores de agradables perfumes, en ese barrio abundaban los animales, mascotas de los pueblerinos en gran mayoría y seguramente algún callejero también pero que no haría ningún alboroto, pues la paz se respiraba hasta que la rubia pudo divisar algo que rompía todo tipo de esquema posible. «¿A quién se le ocurrirá tener una oveja de mascota? »Se preguntó a sí misma en lo que se acercaba al vallado para comprobar que aquella no era la vivienda a la que tenía que hacer visita.
Lo había hecho con todas las otras casas que había pasado anteriormente solo para asegurarse de que no se la había saltado por error, además de que muchas indicaciones no tenía en el pergamino y lo que menos esperaba era que esa veterana y presunta superior fuese a tener un gusto tan particular en cuanto a fauna.
—No jodas… —Susurró para sí misma con un ligero tic en el ojo izquierdo, incapaz de concebir lo que leía.
«Vamos Noemi, es una oveja, no hacen gran cosa. »Pensaba para convencerse justo antes de recuperar el temple y adentrarse en aquel jardín pura y exclusivamente para llamar a la puerta, aunque tuvo que hacerlo con extrema delicadeza por miedo a darse más trabajo a sí misma.