10/02/2017, 08:20
Que no, que la puerta se cayó solita, Noemi no tuvo la culpa si apenas llegó a tocarla que se desplomó ante ella y en consecuencia la oveja pareció más que dispuesta a matarla. Puede que hasta ese bufido en lenguaje oveja haya significado algo como “Vas a morir, perra” o alguna otra cosa no apta para niño.
«¡No jodas! »Pensó la horrorizada la rubia al ver al animal cargar con toda su furia contra ella, el animal se mostraba dispuesto a todo cuando se trataba de defender su territorio, dígase el jardín frontal de la casa de aquella tal Tamako pero de la nada un objeto contundente no identificado le dio de lleno y la dejó tumbada a pies de la chica que realmente, no sabía cómo debía de reaccionar a nada de todo lo ocurrido. «Bueno, mientras no me echen la culpa de eso no habrá problemas. »Se dijo a sí misma en lo que se enderezaba y miraba estupefacta al animal que se mostraba dispuesto a agredirla.
— Esta Tamachin, ya no es lo que era. —Era la voz de una anciana, una que Noemi ni se percató que estaba hasta que soltó ese comentario que seguramente iba dirigido a la oveja dormilona y no fue hasta entonces que la kunoichi alzó la mirada.
— Pequeña, ¿tú quién eres? —Preguntó la mayor provocando que la joven reaccionase algo nerviosa mientras rebuscaba en su portaobjetos el pergamino que se le había otorgado.
—Sí, este… —Respondió apenas hasta que atrapó el pergamino y se lo mostró a la mujer. Suponía que si era Tamako reconocería el color y adornado del mismo como usualmente eran los rollos de esas misiones. —Me llamo Sakamoto Noemi, se me asignó que la ayudase con su problema del vallado. —Se presentó finalmente dándole una explicación rápida de los motivos de su visita.
Sin más, la kunoichi decidió pasar lentamente por encima de la oveja, con la delicadeza suficiente para evitar despertarla o lo que fuese posible hacer y se acercaría a la anciana para tenderle el pergamino por si le hacía falta comprobarlo. «Igual, estamos dentro de la aldea, nadie va a pasearse con una bandana falsa aquí. Aparte que fue una kunoichi, seguro y se daría cuenta si le miento o no. »Pensaba mientras se acercaba a la mujer.
—Usted es Shinobu Tamako, ¿verdad? Es un placer. —Comentaría con una cordial sonrisa y un tono bastante amable.
Momentos atrás con el empleado del edificio de la Uzukage había usado uno un tanto malinterpretable así que sentía la necesidad de cambiar un poco su forma de expresarse para evitarse malos entendidos y demás problemas.
«¡No jodas! »Pensó la horrorizada la rubia al ver al animal cargar con toda su furia contra ella, el animal se mostraba dispuesto a todo cuando se trataba de defender su territorio, dígase el jardín frontal de la casa de aquella tal Tamako pero de la nada un objeto contundente no identificado le dio de lleno y la dejó tumbada a pies de la chica que realmente, no sabía cómo debía de reaccionar a nada de todo lo ocurrido. «Bueno, mientras no me echen la culpa de eso no habrá problemas. »Se dijo a sí misma en lo que se enderezaba y miraba estupefacta al animal que se mostraba dispuesto a agredirla.
— Esta Tamachin, ya no es lo que era. —Era la voz de una anciana, una que Noemi ni se percató que estaba hasta que soltó ese comentario que seguramente iba dirigido a la oveja dormilona y no fue hasta entonces que la kunoichi alzó la mirada.
— Pequeña, ¿tú quién eres? —Preguntó la mayor provocando que la joven reaccionase algo nerviosa mientras rebuscaba en su portaobjetos el pergamino que se le había otorgado.
—Sí, este… —Respondió apenas hasta que atrapó el pergamino y se lo mostró a la mujer. Suponía que si era Tamako reconocería el color y adornado del mismo como usualmente eran los rollos de esas misiones. —Me llamo Sakamoto Noemi, se me asignó que la ayudase con su problema del vallado. —Se presentó finalmente dándole una explicación rápida de los motivos de su visita.
Sin más, la kunoichi decidió pasar lentamente por encima de la oveja, con la delicadeza suficiente para evitar despertarla o lo que fuese posible hacer y se acercaría a la anciana para tenderle el pergamino por si le hacía falta comprobarlo. «Igual, estamos dentro de la aldea, nadie va a pasearse con una bandana falsa aquí. Aparte que fue una kunoichi, seguro y se daría cuenta si le miento o no. »Pensaba mientras se acercaba a la mujer.
—Usted es Shinobu Tamako, ¿verdad? Es un placer. —Comentaría con una cordial sonrisa y un tono bastante amable.
Momentos atrás con el empleado del edificio de la Uzukage había usado uno un tanto malinterpretable así que sentía la necesidad de cambiar un poco su forma de expresarse para evitarse malos entendidos y demás problemas.