10/02/2017, 16:15
— Sakamoto Noemi... — Murmuró cada sílaba del nombre con dulzura mientras posaba sus viejunos ojos sobre el pergamino que le enseñaba. Sin embargo, no contestó al ver como la joven se acercaba más a ella pasando por encima de su preciado animal, pero no le dio importancia, pues su interés estaba puesto en la rubia que estaba ahora delante de ella.
—Usted es Shinobu Tamako, ¿verdad? Es un placer.
— Efectivamente, jovencita. — Afirmó mientras apartaba con suavidad el pergamino para que lo guardase la joven. — Veo que los gennin de hoy en día son muy diferentes a los que se graduaron conmigo... Qué tiempos. — Divagó con una chispa en la mirada, pero rápidamente la apagó, centrándose en el presente. — Entonces estás aquí para ayudarme con el vallado, bien, bien. — Y dicho eso la mujer desapareció por la ventana.
Un minuto después, la puerta de la casa se abría y la dueña salía ayudada de un corto bastón de madera de pino, acercándose lentamente hacia la kunoichi que aún estaba en el jardín.
— Todo lo que necesites está en el cobertizo de ahí, ¿ves? Justo al lado de la casa de Tamachin. — Señaló hacia su izquierda con el bastón. — Algunas partes del vallado pueden salvarse con pintarlas y barnizarlas correctamente, pero algunas están ya casi por caerse... — Explicaba mientras se acercaba al cobertizo señalado, cuando...
— ¡Por los cabellos de Shiona-sama! ¡El barniz! — Exclamó, horrorizada, pues había descubierto que estaba falta de la sustancia necesaria para rejuvenecer su vallado.
—Usted es Shinobu Tamako, ¿verdad? Es un placer.
— Efectivamente, jovencita. — Afirmó mientras apartaba con suavidad el pergamino para que lo guardase la joven. — Veo que los gennin de hoy en día son muy diferentes a los que se graduaron conmigo... Qué tiempos. — Divagó con una chispa en la mirada, pero rápidamente la apagó, centrándose en el presente. — Entonces estás aquí para ayudarme con el vallado, bien, bien. — Y dicho eso la mujer desapareció por la ventana.
Un minuto después, la puerta de la casa se abría y la dueña salía ayudada de un corto bastón de madera de pino, acercándose lentamente hacia la kunoichi que aún estaba en el jardín.
— Todo lo que necesites está en el cobertizo de ahí, ¿ves? Justo al lado de la casa de Tamachin. — Señaló hacia su izquierda con el bastón. — Algunas partes del vallado pueden salvarse con pintarlas y barnizarlas correctamente, pero algunas están ya casi por caerse... — Explicaba mientras se acercaba al cobertizo señalado, cuando...
— ¡Por los cabellos de Shiona-sama! ¡El barniz! — Exclamó, horrorizada, pues había descubierto que estaba falta de la sustancia necesaria para rejuvenecer su vallado.
Esta cuenta representa a la totalidad de los administradores de NinjaWorld.es