15/02/2017, 22:10
Después de la rápida compra y la oferta que Shinichi hizo con su buena fe, le sonrió a la Sakamoto tras sus palabras para añadir:
— Gracias a ti, ¡ánimo!
Cuando ésta salió despacio por la puerta de la pequeña tienda, solo le tocaría retomar el camino por el que había ido desde la casa de Tamako para volver a ella, incluso contaba con que no había ningún pequeño en el parque o en la calzada para tropezar con ella, es más, es que no había nadie, la calle estaba prácticamente desértica. A excepción de un señor que barría la entrada de su casona y un perro escondido tras una farola.
Volviendo a la casa de Tamako, encontraría a la mujer cerca del vallado con un pequeño pincel, y, detrás de ésta; la oveja de nombre Tamachin custodiando una gran pila de tablas de madera y diversas herramientas para trabajarla. La mujer, por su parte, parecía ensimismada en su trabajo, como absorta en el pincel, su mano, y la valla que se dedicaba a marcar con una cruz de color claro pero visible.
— Gracias a ti, ¡ánimo!
Cuando ésta salió despacio por la puerta de la pequeña tienda, solo le tocaría retomar el camino por el que había ido desde la casa de Tamako para volver a ella, incluso contaba con que no había ningún pequeño en el parque o en la calzada para tropezar con ella, es más, es que no había nadie, la calle estaba prácticamente desértica. A excepción de un señor que barría la entrada de su casona y un perro escondido tras una farola.
Volviendo a la casa de Tamako, encontraría a la mujer cerca del vallado con un pequeño pincel, y, detrás de ésta; la oveja de nombre Tamachin custodiando una gran pila de tablas de madera y diversas herramientas para trabajarla. La mujer, por su parte, parecía ensimismada en su trabajo, como absorta en el pincel, su mano, y la valla que se dedicaba a marcar con una cruz de color claro pero visible.
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