16/02/2017, 05:18
Después de tanto gritoneo, todo se solucionó sin pasar a mayores. El jounin decidió retirarse sin más a su garita de control. Hangaku, aún afligida, trataba de recuperarse y dejar de sollozar mientras Kagetsuna intentaba consolarla posando las manos en sus hombros. Pero, aunque el asunto ya estuviera zanjado, no impidió que la pelirroja hiciera un último comentario que, según el joven Isa, estaba fuera de lugar.
"La la, alguien aquí parece querer tener la última palabra."
Estaba por contestarle cuando sintió un jalón en su chaqueta. Volteó por reflejo y pudo ver a su hermana con el rostro ensombrecido agarrándole de la manga.
—Ya fue suficiente— Le imperó, aunque en su voz aún había rastros del tremor del llanto.
—Haaahhhmm— Suspiró decepcionado, tendría que aguantarse en esta ocasión —Va, va. Buen día— Fue lo único que dijo para despedirse, malhumorado.
No se podía juzgar a todo el pueblo por uno solo, aunque por mala suerte ese día le había tocado el amargado de turno. Lejos de sentar un precedente, probablemente le terminaría pelando lo ocurrido.
—Busquemos a la vieja del kimono, y de paso quiero un chicle— Ya llevaba buen rato sin recurrir al vicio.
—Eres un desastre.
Debían regresar por la vereda. Habían pasado de largo de su destino cuando la pelirroja del cascabel los llevó al templo. Kagetsuna simplemente deseaba acabar con el asunto ya. Todo el desastre, por un mísero vestido.
"La la, alguien aquí parece querer tener la última palabra."
Estaba por contestarle cuando sintió un jalón en su chaqueta. Volteó por reflejo y pudo ver a su hermana con el rostro ensombrecido agarrándole de la manga.
—Ya fue suficiente— Le imperó, aunque en su voz aún había rastros del tremor del llanto.
—Haaahhhmm— Suspiró decepcionado, tendría que aguantarse en esta ocasión —Va, va. Buen día— Fue lo único que dijo para despedirse, malhumorado.
No se podía juzgar a todo el pueblo por uno solo, aunque por mala suerte ese día le había tocado el amargado de turno. Lejos de sentar un precedente, probablemente le terminaría pelando lo ocurrido.
—Busquemos a la vieja del kimono, y de paso quiero un chicle— Ya llevaba buen rato sin recurrir al vicio.
—Eres un desastre.
Debían regresar por la vereda. Habían pasado de largo de su destino cuando la pelirroja del cascabel los llevó al templo. Kagetsuna simplemente deseaba acabar con el asunto ya. Todo el desastre, por un mísero vestido.