18/02/2017, 18:17
Tras aquel pequeño desencuentro, los dos genin retomaron el rumbo hacia la que debía ser la residencia de Chīzu Nezumi, según las palabras de la persona a la que habían confundido fatalmente con su cliente.
No les llevaría más de diez minutos llegar al lugar en cuestión, tras atravesar dos fincas más. La casa, de dos pisos de altura, se alzaba imponente como un guardián de ladrillo blanco junto a los extensos campos de maíz que se dispersaban allá donde les alcanzaba la vista como un mar de verde y dorado. La entrada, dos portones de la mejor madera que podrían encontrar cerca de allí y con un tocador bañado en oro, se encontraba tras subir cinco escalones y atravesar un pequeño pero acogedor porche. En la lejanía, el sonido del ladrido de varios perros llegó hasta los oídos de ambos chiquillos en cuanto se acercaron lo suficiente.
No les llevaría más de diez minutos llegar al lugar en cuestión, tras atravesar dos fincas más. La casa, de dos pisos de altura, se alzaba imponente como un guardián de ladrillo blanco junto a los extensos campos de maíz que se dispersaban allá donde les alcanzaba la vista como un mar de verde y dorado. La entrada, dos portones de la mejor madera que podrían encontrar cerca de allí y con un tocador bañado en oro, se encontraba tras subir cinco escalones y atravesar un pequeño pero acogedor porche. En la lejanía, el sonido del ladrido de varios perros llegó hasta los oídos de ambos chiquillos en cuanto se acercaron lo suficiente.
Esta cuenta representa a la totalidad de los administradores de NinjaWorld.es