24/02/2017, 15:15
La heredera de los Sanshōo se encontraba en la terraza exterior de uno de los bares de la Torre de Ocio, concretamente en la Carpa Dorada, uno de los restaurantes más lujosos y caros de la villa. Izumi estaba acomodada sobre un enorme y mullido sofá hecho en cuero marrón oscuro, frente a una enorme mesa redonda de madera noble, sobre la que descansaba el refresco de limón del que estaba disfrutando en aquella mañana.
La peliverde vestía un kimono de color rosa claro, excesivamente suelto dejando ver bajo él su habitual mono ceñido de color rojo. Aunque llevaba el obi anudado, el vestido se abría a la altura del pecho como si fuese el de un hombre y lo mismo podía decirse por los bajos, por suerte el mono mantenía a raya la indecencia. Izumi no era una persona que destacase por su predilección por los modales y la etiqueta, así que cada vez que podía se los saltaba... y aquella era una ocasión, pues más que estar sentada estaba medio tirada en el enorme asiento, con los brazos sobre el respaldo. Había aprovechado el momento, para dejar su cabello libre en una melena casi tan salvaje como ella misma.
Hoy tenía toda la terraza de la Carpa Dorada para ella sola, pues el resto de las mesas estaban totalmente vacías. Apenas había mediado la hora del Caballo y lo habitual es que todo el mundo estuviese ocupándose de asuntos más productivos. Desde donde estaba sentada, se podía ver una de las entradas principales a la Torre, así que la chica se entretenía observando las idas y venidas de los trabajadores y visitantes del lugar mientras se perdía en sus pensamientos bajo la sombra de la enorme sombrilla que tenía sobre su cabeza.
"Últimamente apenas tengo tiempo para tomarme un respiro... la abuela esta más pesada que nunca con que estudie" la chica alargó la mano para tomar la bebida de la mesa "No entiende que no quiero ser una matasanos... yo quiero combatir" le dio un sorbo al refresco "Es la única manera de poder convertirme en alguien importante y atraer así la atención de Kenzou-sama... Y poder ser una de sus guardaespaldas personales" la última idea la hizo sonrojarse un poco, pues se imagino en el despacho del Morikage, justo a su derecha mientras este atendía sus labores diarias "¡Calma Izumi, calma! Poco a poco" se dijo así misma tratando de controlar su imaginación "Antes de eso, primero necesito una buena katana..." la chica dedicó una mirada con el rabillo del ojo a su bokken que descansaba apoyado sobre el sofá "Aunque le tengo cariño, ahora mismo solo me sirve para entrenar"
La peliverde vestía un kimono de color rosa claro, excesivamente suelto dejando ver bajo él su habitual mono ceñido de color rojo. Aunque llevaba el obi anudado, el vestido se abría a la altura del pecho como si fuese el de un hombre y lo mismo podía decirse por los bajos, por suerte el mono mantenía a raya la indecencia. Izumi no era una persona que destacase por su predilección por los modales y la etiqueta, así que cada vez que podía se los saltaba... y aquella era una ocasión, pues más que estar sentada estaba medio tirada en el enorme asiento, con los brazos sobre el respaldo. Había aprovechado el momento, para dejar su cabello libre en una melena casi tan salvaje como ella misma.
Hoy tenía toda la terraza de la Carpa Dorada para ella sola, pues el resto de las mesas estaban totalmente vacías. Apenas había mediado la hora del Caballo y lo habitual es que todo el mundo estuviese ocupándose de asuntos más productivos. Desde donde estaba sentada, se podía ver una de las entradas principales a la Torre, así que la chica se entretenía observando las idas y venidas de los trabajadores y visitantes del lugar mientras se perdía en sus pensamientos bajo la sombra de la enorme sombrilla que tenía sobre su cabeza.
"Últimamente apenas tengo tiempo para tomarme un respiro... la abuela esta más pesada que nunca con que estudie" la chica alargó la mano para tomar la bebida de la mesa "No entiende que no quiero ser una matasanos... yo quiero combatir" le dio un sorbo al refresco "Es la única manera de poder convertirme en alguien importante y atraer así la atención de Kenzou-sama... Y poder ser una de sus guardaespaldas personales" la última idea la hizo sonrojarse un poco, pues se imagino en el despacho del Morikage, justo a su derecha mientras este atendía sus labores diarias "¡Calma Izumi, calma! Poco a poco" se dijo así misma tratando de controlar su imaginación "Antes de eso, primero necesito una buena katana..." la chica dedicó una mirada con el rabillo del ojo a su bokken que descansaba apoyado sobre el sofá "Aunque le tengo cariño, ahora mismo solo me sirve para entrenar"