27/02/2017, 21:04
Viajero, con rumbo fijo. Llevaba un morral sencillo, aunque la figura de algo alargado envuelto en telas y amarrado con cintas sobresalía de la bolsa. En esta ocasión el joven Isa tenía un encargo por parte de su padre. Relacionado precisamente al paquete que iba cargando. Su destino era los Herreros, pero antes de llegar a ese sitio debía encontrarse con alguien en la ciudad de Yamiria. ¿Con quién? Eso era lo que a él le gustaría saber. Su padre sólo le había dicho que era un mensaje de un "viejo amigo" y que debía recogerlo con un ninja de Uzushio antes de seguir su camino.
"¿Y cómo se supone que lo encontraré? Ninjas de Uzushio hay miles, papá siempre es muy despistado."
El viaje había sido largo, demasiado. Prácticamente se había recorrido el continente de punta a punta, lo que más deseaba ahora era descansar, no se le daba para nada bien las jornadas largas. Por suerte el lugar conocido como "El Jardín del Té" era un sitio donde podría reposar. Si todo marchaba bien, recogería la encomienda con el mensajero, tomaría un refrigerio, se abastecería de provisiones y seguiría con su trayecto.
"Todo esto es muy trabajoso. Pero bueno, tiene lógica. Aunque sean amigos mi padre no le iba a decir donde está Amegakure para que le mande cartas. Pero, ¿no podía pautar el encuentro en un lugar más cercano?"
Al llegar al sitio acordado lo primero que hizo fue ir a sentarse en la primera mesa desocupada que vio, auqnue más que sentarse, se desparramó en el asiento como un globo medio lleno de agua. Alzó la mano, pidiendo que le atendiesen. Colocó el morral sobre la mesa, dejó colgando los brazos y recostó su cabeza en el respaldo del asiento.
"Ojalá valga realmente la pena como para hacerme venir hasta aquí"
"¿Y cómo se supone que lo encontraré? Ninjas de Uzushio hay miles, papá siempre es muy despistado."
El viaje había sido largo, demasiado. Prácticamente se había recorrido el continente de punta a punta, lo que más deseaba ahora era descansar, no se le daba para nada bien las jornadas largas. Por suerte el lugar conocido como "El Jardín del Té" era un sitio donde podría reposar. Si todo marchaba bien, recogería la encomienda con el mensajero, tomaría un refrigerio, se abastecería de provisiones y seguiría con su trayecto.
"Todo esto es muy trabajoso. Pero bueno, tiene lógica. Aunque sean amigos mi padre no le iba a decir donde está Amegakure para que le mande cartas. Pero, ¿no podía pautar el encuentro en un lugar más cercano?"
Al llegar al sitio acordado lo primero que hizo fue ir a sentarse en la primera mesa desocupada que vio, auqnue más que sentarse, se desparramó en el asiento como un globo medio lleno de agua. Alzó la mano, pidiendo que le atendiesen. Colocó el morral sobre la mesa, dejó colgando los brazos y recostó su cabeza en el respaldo del asiento.
"Ojalá valga realmente la pena como para hacerme venir hasta aquí"