1/03/2017, 00:14
El pelirrojo no podía creerse la mala compañía con la que le había tocado juntarse. Los dientes casi le rechinaban. Cada palabra que decía Kagetsuna solo añadía gotas a un vaso que estaba a punto de colmarse. Apretó con fuerza uno de sus puños, escondido bajo la mesa, tragando y tragando -en sentido metafórico- todo lo que podía.
—Vaya, debes de ser el alma de las fiestas... —masculló Ralexion de manera sarcástica, apenas ocultando su ira creciente.
«¡¿QUÉ HAGO CON ESTE TÍO?! ¡¿LO MATO AQUÍ MISMO?! No... si monto un follón en un lugar así seguro que me meto en un buen lío, igual hasta termino en el calabozo de la ciudad... además, aún está pendiente el tema de la misión. Ay, joder, de verdad, ¿por qué me hice ninja...?»
Fingió su mejor sonrisa, pero no tuvo apenas éxito. En su lugar se le quedó una expresión extremadamente forzada que muchos pensarían que indicaba la existencia de una enfermedad mental dentro de la psique del muchacho. Quería amasar toda su paciencia y terminar con su tarea sin provocar ningún incidente... el problema es que la paciencia nunca había sido su punto fuerte.
—¿Crees que tardarás mucho en terminar de comer...? —cuestionó manteniendo su perturbante expresión.
Tomó la taza del té con tal fuerza que casi la quebró, dio tal sorbo que casi la termina, a pesar de que aún estaba muy caliente.
Y siguió "sonriendo".
—Vaya, debes de ser el alma de las fiestas... —masculló Ralexion de manera sarcástica, apenas ocultando su ira creciente.
«¡¿QUÉ HAGO CON ESTE TÍO?! ¡¿LO MATO AQUÍ MISMO?! No... si monto un follón en un lugar así seguro que me meto en un buen lío, igual hasta termino en el calabozo de la ciudad... además, aún está pendiente el tema de la misión. Ay, joder, de verdad, ¿por qué me hice ninja...?»
Fingió su mejor sonrisa, pero no tuvo apenas éxito. En su lugar se le quedó una expresión extremadamente forzada que muchos pensarían que indicaba la existencia de una enfermedad mental dentro de la psique del muchacho. Quería amasar toda su paciencia y terminar con su tarea sin provocar ningún incidente... el problema es que la paciencia nunca había sido su punto fuerte.
—¿Crees que tardarás mucho en terminar de comer...? —cuestionó manteniendo su perturbante expresión.
Tomó la taza del té con tal fuerza que casi la quebró, dio tal sorbo que casi la termina, a pesar de que aún estaba muy caliente.
Y siguió "sonriendo".