1/03/2017, 20:05
A medida que la Sakamoto iba continuando con su ardua tarea de quitar todas las vallas dañadas para luego remplazarlas por unas tablas nuevas y que resistiesen bastante tiempo, la mañana iba pasando de forma tranquila y sin ningún contratiempo. Los pájaros del lugar decidían acercarse a los árboles lejanos de las personas para deleitar a los transeúntes con algún bonito cántico, otros niños rebeldes que se dedicaban a saltarse las clases de la academia iban por la calle jugando con dos kodachi hechas de madera para evitar daños y corriendo de un lado para otro cuando ocasionaban algún tipo de problema...
Con suerte ninguna de estas acciones perturbó la labor de la kunoichi del remolino, que poco a poco sentía como su cuerpo entraba en calor por medio del trabajo que estaba realizando.
— Joven. — Interrumpió el tranquilo silencio de la calle. — Iré a preparar el almuerzo que ya es casi la hora de almorzar, te prepararé algo para que cojas fuerzas.
Tamako se levantó con ayuda de su bastón y se internó en la casa dejando la puerta entreabierta, así si Noemi necesitaba algo solo tendría que acercarse un poco para decírselo.
Con suerte ninguna de estas acciones perturbó la labor de la kunoichi del remolino, que poco a poco sentía como su cuerpo entraba en calor por medio del trabajo que estaba realizando.
— Joven. — Interrumpió el tranquilo silencio de la calle. — Iré a preparar el almuerzo que ya es casi la hora de almorzar, te prepararé algo para que cojas fuerzas.
Tamako se levantó con ayuda de su bastón y se internó en la casa dejando la puerta entreabierta, así si Noemi necesitaba algo solo tendría que acercarse un poco para decírselo.
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