3/03/2017, 00:58
(Última modificación: 29/07/2017, 01:40 por Amedama Daruu.)
—No quiero volver a casa... —dijo Ayame.
Daruu chasqueó la lengua, y se separó de ella, todavía sujetándola por los hombros.
—Pero tienes que hacerlo, Ayame —respondió—. Piénsalo, en algún momento vas a tener que hacerlo. ¿Qué vas a hacer, quedarte en la calle a dormir? ¡No seas ridícula! Vamos, te acompaño.
Sin esperar una confirmación por su parte, Daruu la cogió de la mano y estiró de ella mientras se dirigía con paso seguro fuera de los terrenos de entrenamiento.
—¡Vamos! Vivimos en el mismo edificio, te puedo acompañar hasta allí.
Daruu chasqueó la lengua, y se separó de ella, todavía sujetándola por los hombros.
—Pero tienes que hacerlo, Ayame —respondió—. Piénsalo, en algún momento vas a tener que hacerlo. ¿Qué vas a hacer, quedarte en la calle a dormir? ¡No seas ridícula! Vamos, te acompaño.
Sin esperar una confirmación por su parte, Daruu la cogió de la mano y estiró de ella mientras se dirigía con paso seguro fuera de los terrenos de entrenamiento.
—¡Vamos! Vivimos en el mismo edificio, te puedo acompañar hasta allí.