5/03/2017, 18:38
Kagetsuna tuvo que adentrarse con muchísimo cuidado al edificio, Si bien aún era un pato en aquello del arte del sigilo y la infiltración, el ruido constante de serruchos y martillos ayudaba a opacar el sonido de sus pasos. Al ver el techo de la estructura, se podían divisar varias vigas metálicas de grosor considerable que sujetaban el armazón, así que optó por subir a estas y conseguir un camino en las alturas.
”¿Dónde puede estar ese niño?”
Lo único que sabía era que se lo habían llevado y nada más. ¿Habría hecho ya algo el uzumaki por escapar? No tenía forma de saberlo ¿Y si ya no estaba en el sitio y él había entrado por gusto? Se había jodido.
El salón de trabajo era enorme, había largas líneas de producción donde los trabajadores ensamblaban y daban los últimos retoques a las piezas, ya sea lijándolas o aplicando barniz. Un campanazo fuerte casi le hizo perder el equilibrio, los trabajadores al escucharlo dejaron las piezas en su lugar y salieron poco a poco de la sala.
”Debe ser hora del almuerzo”
Cuando toda alma había dejado la habitación el Senju se bajó de las vigas. No sabía cuánto tiempo duraría el receso, pero debía aprovechar esos minutos en los cuales podría explorar y moverse con facilidad.
Ralexion por su parte, al seguir por el camino izquierdo por un buen rato se toparía por fin con una reja de salida que daba justamente al comedor del edificio, donde podría divisar a todos los hombres sentados, comiendo y algunos que otros riendo y cantando. Indudablemente era una salida, pero había un pequeño fallo en su plan de fuga, pues al igual que la rejilla por la que se introdujo originalmente. Estaba atornillada por fuera.
”¿Dónde puede estar ese niño?”
Lo único que sabía era que se lo habían llevado y nada más. ¿Habría hecho ya algo el uzumaki por escapar? No tenía forma de saberlo ¿Y si ya no estaba en el sitio y él había entrado por gusto? Se había jodido.
El salón de trabajo era enorme, había largas líneas de producción donde los trabajadores ensamblaban y daban los últimos retoques a las piezas, ya sea lijándolas o aplicando barniz. Un campanazo fuerte casi le hizo perder el equilibrio, los trabajadores al escucharlo dejaron las piezas en su lugar y salieron poco a poco de la sala.
”Debe ser hora del almuerzo”
Cuando toda alma había dejado la habitación el Senju se bajó de las vigas. No sabía cuánto tiempo duraría el receso, pero debía aprovechar esos minutos en los cuales podría explorar y moverse con facilidad.
Ralexion por su parte, al seguir por el camino izquierdo por un buen rato se toparía por fin con una reja de salida que daba justamente al comedor del edificio, donde podría divisar a todos los hombres sentados, comiendo y algunos que otros riendo y cantando. Indudablemente era una salida, pero había un pequeño fallo en su plan de fuga, pues al igual que la rejilla por la que se introdujo originalmente. Estaba atornillada por fuera.