10/03/2017, 08:09
Y así la oveja se dio por satisfecha pasando obviamente por alto las palabras de la kunoichi que la seguía con la mirada pero no se mostraba dispuesta a intervenir en las acciones de la misma, seguramente se retorcería y quejaría en el preciso instante en que ella la tocase por lo que lo mejor era evitar tal cosa en ausencia de la anciana.
Lo malo era que Noemi no había meditado ninguna respuesta creíble para justificar el vallado dañado y decirle «Fue tu oveja» carecía completamente de sentido.
—Pues… Estoy bien. —Hizo una ligera pausa pensando con una expresión en el rostro que denotaba la tranquilidad de la que ella gozaba. —Si se lo dijera no me lo creerá. —Dijo la menor. —Seguiré trabajando. —Concluyó con la misma tranquilidad.
Sin esperar respuesta de parte de la anciana, la Sakamoto se volteó y siguió sacando clavos que se correspondían con la última tabla, luego de ello se encargaría de ir a revisar las tablas recientemente derribadas por la cabra aunque a juzgar por la forma de la estructura seguramente se habrían caído sin más. «Pero seguramente las haya dañado aunque sea un poco. »Pensó soltando unos cuántos clavos en el bote que tenía a su lado para luego ponerse de pie y desenterrar la tabla suelta no sin antes sacudirse un poco el polvo de la ropa.
Pero en ese preciso instante se le ocurrió una pequeña idea que podría brindarle una alternativa a su problema. Por algún motivo dudaba mucho que Tamako le fuese a ser de ayuda pero si alguien más la acompañaba…
—Le ruego me disculpe pero siento curiosidad. —Dijo con semblante tranquilo. —¿Usted viva sola con Tamachin? —Preguntó dedicando una sonrisa fugaz al animal.
Por algún motivo le daba la impresión de que la anciana apreciaba más de la cuenta a su mascota y de ahí que no se sintiera cómoda confesándole la verdad sobre la misma, después de todo no había ningún seguro de que ella, Sakamoto Noemi, fuese la primera kunoichi en ponerse a arreglar ese mismo vallado, inclusive el dueño de la tienda donde había comprado el barniz rápidamente supo lo que hacía falta para llevar a cabo la tarea así que… No era descabellado pensar que llevaba su tiempo pasando. «Lo que no quita que la oveja ataca a los intrusos, seguramente sea bueno con niños traviesos pero no tanto con gente más importante. »Se atrevía a pensar la rubia mientras se imaginaba lo que podría ocurrir si era la mismísima Shiona a la que Tamachin embestía. Probablemente el animal no la contaría.
Lo malo era que Noemi no había meditado ninguna respuesta creíble para justificar el vallado dañado y decirle «Fue tu oveja» carecía completamente de sentido.
—Pues… Estoy bien. —Hizo una ligera pausa pensando con una expresión en el rostro que denotaba la tranquilidad de la que ella gozaba. —Si se lo dijera no me lo creerá. —Dijo la menor. —Seguiré trabajando. —Concluyó con la misma tranquilidad.
Sin esperar respuesta de parte de la anciana, la Sakamoto se volteó y siguió sacando clavos que se correspondían con la última tabla, luego de ello se encargaría de ir a revisar las tablas recientemente derribadas por la cabra aunque a juzgar por la forma de la estructura seguramente se habrían caído sin más. «Pero seguramente las haya dañado aunque sea un poco. »Pensó soltando unos cuántos clavos en el bote que tenía a su lado para luego ponerse de pie y desenterrar la tabla suelta no sin antes sacudirse un poco el polvo de la ropa.
Pero en ese preciso instante se le ocurrió una pequeña idea que podría brindarle una alternativa a su problema. Por algún motivo dudaba mucho que Tamako le fuese a ser de ayuda pero si alguien más la acompañaba…
—Le ruego me disculpe pero siento curiosidad. —Dijo con semblante tranquilo. —¿Usted viva sola con Tamachin? —Preguntó dedicando una sonrisa fugaz al animal.
Por algún motivo le daba la impresión de que la anciana apreciaba más de la cuenta a su mascota y de ahí que no se sintiera cómoda confesándole la verdad sobre la misma, después de todo no había ningún seguro de que ella, Sakamoto Noemi, fuese la primera kunoichi en ponerse a arreglar ese mismo vallado, inclusive el dueño de la tienda donde había comprado el barniz rápidamente supo lo que hacía falta para llevar a cabo la tarea así que… No era descabellado pensar que llevaba su tiempo pasando. «Lo que no quita que la oveja ataca a los intrusos, seguramente sea bueno con niños traviesos pero no tanto con gente más importante. »Se atrevía a pensar la rubia mientras se imaginaba lo que podría ocurrir si era la mismísima Shiona a la que Tamachin embestía. Probablemente el animal no la contaría.