24/03/2017, 02:33
Recuperó la consciencia fragmento a fragmento, como si se hubiera despertado de una mala pesadilla. Se sentía como cualquiera que se había recuperado de un síncope: dolorido y confuso. No reconocía los alrededores, ni recordaba lo que le había ocurrido antes de perder el conocimiento.
Tampoco lograba evocar al hombre de avanzada edad que se hallaba a su vera. Vestía con un uniforme de gala militar moderno de color verdoso, colmado de condecoraciones de guerra, una boina del mismo color cubría gran parte de su cabello gris, adornada con lo que parecía ser la insignia de un zorro con un cuchillo en la boca en su extremo izquierdo.
El veterano lo miró con seriedad y le dijo:
—La Li Lu Le Lo, La Li Lu Le Lo, La Li Lu Le Lo —entonó con un misticismo digno de una letanía—. Infíltrate en Zanzibar Land, ¡destruye el arma definitiva, Metal Gear!
El Uchiha se limitó a asentir un par de veces. Como si le estuvieran hablando en un estado de trance o semi-consciencia, nada se le antojaba extraño, lo daba todo por sentado. Trató las órdenes que ese coronel imaginario le estaba dando con la mayor sumisión; se trataba de otra misión, después de todo.
—Te contaré algo que me pasó el otro día. Estaba conduciendo de vuelta a casa, y vi una luz que se movía demasiado rápido, al este. De pronto, estaba en mi cama. ¿Qué crees que me ocurrió?
El genin hizo un amago de abrir los labios y responder al peculiar hombre, que por algún motivo sentía que estaba fuera de lugar, pero no tuvo tiempo. Un fogonazo de luz, invocado por las palabras del sujeto, lo cegó. Se retorció como un bebé en el vientre de su madre.
—Ngh... ¡Mamá... cinco minutos más...!
Tampoco lograba evocar al hombre de avanzada edad que se hallaba a su vera. Vestía con un uniforme de gala militar moderno de color verdoso, colmado de condecoraciones de guerra, una boina del mismo color cubría gran parte de su cabello gris, adornada con lo que parecía ser la insignia de un zorro con un cuchillo en la boca en su extremo izquierdo.
El veterano lo miró con seriedad y le dijo:
—La Li Lu Le Lo, La Li Lu Le Lo, La Li Lu Le Lo —entonó con un misticismo digno de una letanía—. Infíltrate en Zanzibar Land, ¡destruye el arma definitiva, Metal Gear!
El Uchiha se limitó a asentir un par de veces. Como si le estuvieran hablando en un estado de trance o semi-consciencia, nada se le antojaba extraño, lo daba todo por sentado. Trató las órdenes que ese coronel imaginario le estaba dando con la mayor sumisión; se trataba de otra misión, después de todo.
—Te contaré algo que me pasó el otro día. Estaba conduciendo de vuelta a casa, y vi una luz que se movía demasiado rápido, al este. De pronto, estaba en mi cama. ¿Qué crees que me ocurrió?
El genin hizo un amago de abrir los labios y responder al peculiar hombre, que por algún motivo sentía que estaba fuera de lugar, pero no tuvo tiempo. Un fogonazo de luz, invocado por las palabras del sujeto, lo cegó. Se retorció como un bebé en el vientre de su madre.
—Ngh... ¡Mamá... cinco minutos más...!