26/03/2017, 16:38
Izumi se había detenido justo en la orilla de un enorme lago, con la mirada al frente sobre una pequeña isla que había en mitad de la masa de agua. Vestía con su habitual mono rojo, guantes de piel de mismo color, chaqueta verde de cuellos altos, gorro de color naranja y su bokuto cruzado en la espalda a la altura de la cintura. Su hitae-ate descansaba en el interior de su portaobjetos.
La pelirosa había aprovechado el tiempo de descanso tras su primera misión para continuar con la búsqueda de una katana, había puesto patas arriba todo Tane-Shigai y aún así no encontró una con la que se sintiese cómoda. Fue en esa misma ciudad donde escuchó sobre un herrero afincado en el País del Fuego, su nombre era Ninzō Matsumura y según decían su habilidad estaba a la altura de los antiguos maestros herreros. En aquel momento decidió que aquel hombre sería el que forjaría su arma.
Y fue de camino hacia Taikarune, lugar de residencia del herrero, cuando la soberbia de la pelirosa le hizo extraviarse. No tenía muy claro en que momento, pero estaba segura de que se había desviado del camino pues la última vez que pudo mirar un mapa juraría que ese lago no estaba entre su camino y la ciudad que era su destino
"Esto me pasa por no llevar un mapa" había sobrestimado su capacidad de orientación y ahora se encontraba con la duda de hacia donde caminar "Y par colmo por aquí no hay ni un alma..." la joven se pegó un pequeño coscorrón a modo de castigo mientras resoplaba con desánimo "Podría tratar de desandar el camino"
La pelirosa había aprovechado el tiempo de descanso tras su primera misión para continuar con la búsqueda de una katana, había puesto patas arriba todo Tane-Shigai y aún así no encontró una con la que se sintiese cómoda. Fue en esa misma ciudad donde escuchó sobre un herrero afincado en el País del Fuego, su nombre era Ninzō Matsumura y según decían su habilidad estaba a la altura de los antiguos maestros herreros. En aquel momento decidió que aquel hombre sería el que forjaría su arma.
Y fue de camino hacia Taikarune, lugar de residencia del herrero, cuando la soberbia de la pelirosa le hizo extraviarse. No tenía muy claro en que momento, pero estaba segura de que se había desviado del camino pues la última vez que pudo mirar un mapa juraría que ese lago no estaba entre su camino y la ciudad que era su destino
"Esto me pasa por no llevar un mapa" había sobrestimado su capacidad de orientación y ahora se encontraba con la duda de hacia donde caminar "Y par colmo por aquí no hay ni un alma..." la joven se pegó un pequeño coscorrón a modo de castigo mientras resoplaba con desánimo "Podría tratar de desandar el camino"