26/03/2017, 20:46
Las afueras de una humilde aldea llamada Kushiro. Cuatro figuras distintas se encontraron allí, al anochecer, por una extraña broma del destino. Habían estado viajando hasta ese lugar dejado de la mano de dios, y resultó que llegaron a su destino justo cuando caía la noche, y justo al mismo tiempo.
El ambiente estaba tranquilo. O quizás una manera más adecuada de describirlo sería inmóvil. Antinaturalmente inmóvil. No se podía escuchar el sonido de un solo insecto nocturno u de otros animales. No obstante, habían faroles encendidos a lo largo de la calle principal -la única calle de la aldea, cabe decir-; alguien había tenido que prenderlos en algún momento. Más allá de eso no se observaba movimiento alguno en la aldea, ni en el exterior ni proveniente del interior de las varias casas que se presentaban enfiladas una tras otra a ambos extremos del camino que hacía de vía principal.
Cualquiera diría que se trataba de un tétrico villorrio abandonado. Aunque por otra parte, si uno se paraba a reflexionar sobre ello no era muy difícil alcanzar la conclusión de que no era tan extraño; después de todo, eran campesinos, los cuales se levantaban muy pronto y se acostaban tempranamente también. Era perfectamente posible que toda la aldea hubiera apagado las luces ya.
Los cuatro sujetos, cuatro jóvenes, tres chicos y una chica, estaban allí por un motivo que todos tenían en común: deseaban investigar los extraños rumores que circulaban últimamente respecto a Kushiro. ¿Por qué? Eso solo lo sabía cada uno de ellos. Quizás en tal de amasar fama, ganas de aventura o simple aburrimiento; quizás por algo completamente distinto.
El ambiente estaba tranquilo. O quizás una manera más adecuada de describirlo sería inmóvil. Antinaturalmente inmóvil. No se podía escuchar el sonido de un solo insecto nocturno u de otros animales. No obstante, habían faroles encendidos a lo largo de la calle principal -la única calle de la aldea, cabe decir-; alguien había tenido que prenderlos en algún momento. Más allá de eso no se observaba movimiento alguno en la aldea, ni en el exterior ni proveniente del interior de las varias casas que se presentaban enfiladas una tras otra a ambos extremos del camino que hacía de vía principal.
Cualquiera diría que se trataba de un tétrico villorrio abandonado. Aunque por otra parte, si uno se paraba a reflexionar sobre ello no era muy difícil alcanzar la conclusión de que no era tan extraño; después de todo, eran campesinos, los cuales se levantaban muy pronto y se acostaban tempranamente también. Era perfectamente posible que toda la aldea hubiera apagado las luces ya.
Los cuatro sujetos, cuatro jóvenes, tres chicos y una chica, estaban allí por un motivo que todos tenían en común: deseaban investigar los extraños rumores que circulaban últimamente respecto a Kushiro. ¿Por qué? Eso solo lo sabía cada uno de ellos. Quizás en tal de amasar fama, ganas de aventura o simple aburrimiento; quizás por algo completamente distinto.