26/03/2017, 21:47
Delante de ella había alguien de rango chuunin o superior, persona a la que debía de respetar incuestionablemente o por lo menos simularlo aunque en el fondo de su mente según Ritsuko fuese uno más del montón, uno de tantas personas que solo saben mirarla con asco o desagrado como mínimo y este no sería la excepción, pero ella actuó con absoluta indiferencia ya que formaba parte de la costumbre.
—Gracias. —Soltó la kunoichi con el mismo tono que había empleado previamente.
Sin más preámbulos, ya que el contrario se lo había dejado en claro, la pelirroja tomó el pergamino que le habían cedido y se dio media vuelta dispuesta a retirarse.
Una vez fuera abrió el rollo de papel y leyó el contenido del mismo, un gato era lo que debía encontrar.
—¿Cuánto podría tomar? —Preguntó el ente espectral que había desaparecido ni bien la kunoichi ingresó en el edificio del Morikage.
—Ni idea, pero espero terminar rápido. —Respondió ahogando un bostezo que le dejaría los ojos un tanto llorosos.
Sin tomarse más tiempo del debido, la pelirroja emprendió la marcha en dirección a la vivienda que el pergamino mencionaba. No estaba muy lejos hasta donde recordaba pero a estas horas probablemente terminaría topándose con una buena cantidad de personas que la mirarían mal o alguno que otro que aprovecharía para molestarla, a saber.
Si nada la detenía, al cabo de unos veinte o tal vez treinta minutos debería de llegar al lugar que mencionaba el pergamino que ahora descansaba en el interior del portaobjetos de la chica. Lo único que tenía en realidad. De ser así sencillamente se acercaría a la puerta principal de la vivienda y golpearía un tanto la puerta a ver si había alguien en casa.
—Gracias. —Soltó la kunoichi con el mismo tono que había empleado previamente.
Sin más preámbulos, ya que el contrario se lo había dejado en claro, la pelirroja tomó el pergamino que le habían cedido y se dio media vuelta dispuesta a retirarse.
Una vez fuera abrió el rollo de papel y leyó el contenido del mismo, un gato era lo que debía encontrar.
—¿Cuánto podría tomar? —Preguntó el ente espectral que había desaparecido ni bien la kunoichi ingresó en el edificio del Morikage.
—Ni idea, pero espero terminar rápido. —Respondió ahogando un bostezo que le dejaría los ojos un tanto llorosos.
Sin tomarse más tiempo del debido, la pelirroja emprendió la marcha en dirección a la vivienda que el pergamino mencionaba. No estaba muy lejos hasta donde recordaba pero a estas horas probablemente terminaría topándose con una buena cantidad de personas que la mirarían mal o alguno que otro que aprovecharía para molestarla, a saber.
Si nada la detenía, al cabo de unos veinte o tal vez treinta minutos debería de llegar al lugar que mencionaba el pergamino que ahora descansaba en el interior del portaobjetos de la chica. Lo único que tenía en realidad. De ser así sencillamente se acercaría a la puerta principal de la vivienda y golpearía un tanto la puerta a ver si había alguien en casa.