26/03/2017, 23:06
Hacia ya tiempo que la chica había oído hablar de aquel lugar llamado el Lago de los Llantos, y como no podía ser de otra manera se había interesado por el.
Nai había estado entrenando muy duramente durante las ultimas semanas con el fin de aprender a realizar otra de sus danzas, no obstante no lo había logrado, aunque estaba muy cerca de conseguirlo pero su cuerpo ya no podía mas, por lo que decidió que se tomaría unos pocos días libres, aprovechando estos decidió ir al famoso lago a ver si lo que se decía de el era verdad.
El día de partida salio pronto y el día de llegada también llegó pronto, por desgracia para la chica pues lo que de verdad le interesaba era llegar de noche, con el fin de saber si era verdad aquello que decían de la niña que lloraba.
Al llegar tan pronto aquel día decidió que lo aprovecharía para meditar y ya de paso recitar algunos mantras que mantuviesen a los espíritus malignos alejados, en el templo todos los días antes de comer se recitaban este tipo de mantras, unos distinto para cada día del mes.
La peliverde se sentó a la orilla del lago y cruzo las piernas, para después comenzar con aquel cántico de recitación del mantra “Sarejukutsena” el cual era el que consideraba mas indicado para la situación, pues suponía un escudo contra los espíritus malignos, o al menos esa era la teoría. Sin duda si alguien llegaba al lago podría escucharla con claridad pues aquel lugar gozaba de un silencio sepulcral.
Nai había estado entrenando muy duramente durante las ultimas semanas con el fin de aprender a realizar otra de sus danzas, no obstante no lo había logrado, aunque estaba muy cerca de conseguirlo pero su cuerpo ya no podía mas, por lo que decidió que se tomaría unos pocos días libres, aprovechando estos decidió ir al famoso lago a ver si lo que se decía de el era verdad.
El día de partida salio pronto y el día de llegada también llegó pronto, por desgracia para la chica pues lo que de verdad le interesaba era llegar de noche, con el fin de saber si era verdad aquello que decían de la niña que lloraba.
Al llegar tan pronto aquel día decidió que lo aprovecharía para meditar y ya de paso recitar algunos mantras que mantuviesen a los espíritus malignos alejados, en el templo todos los días antes de comer se recitaban este tipo de mantras, unos distinto para cada día del mes.
La peliverde se sentó a la orilla del lago y cruzo las piernas, para después comenzar con aquel cántico de recitación del mantra “Sarejukutsena” el cual era el que consideraba mas indicado para la situación, pues suponía un escudo contra los espíritus malignos, o al menos esa era la teoría. Sin duda si alguien llegaba al lago podría escucharla con claridad pues aquel lugar gozaba de un silencio sepulcral.