2/04/2017, 22:56
—Pues no sé qué dirían mis superiores sobre que otro me ayude a hacer el trabajo, especialmente un ninja... igual no me pagan —contestó el genin—. Pero nadie me impide tomarme un descanso, así que te voy a decir que sí a eso de la bebida.
«Hombre, no creo que haya nadie aquí de Uzushiogakure mirando a ver si te ayuda otro ninja para no pagarte. El tonto en todo caso sería yo por ayudarte gratis, eso no debería de importarle a tu aldea. ¿Te imaginas? Envían a uno a cargar calabazas y a otro para vigilar que las carga.»
Daruu se divirtió interiormente con esa idea mientras el joven de la coleta posaba con delicadeza la hortaliza en el césped. Se acercó a él, y con cordialidad, extendió la mano para estrechársela.
El ameño la tomó con mucho gusto y le saludó.
—Yo me llamo Amedama Daruu, de Amegakure —contestó—. Tu nombre me suena, aunque... no sé de qué.
Dudó unos instantes. Luego, retiró la mano y se encogió de hombros.
—Vamos, entremos dentro. Debo de tener algo de Ame-cola todavía. O quizás un Shinogi-lima.
Daruu y Ralexion entraron a la cabaña. La recepción era humilde. Tanto suelos como paredes eran de madera, y les aguardaba un pasillo que iba todo recto, hacia unas escaleras que ascendían a la izquierda. A ambos lados del pasillo habían dos puertas, tras una había un salón, con un sofá y unas estanterías con libros de todo tipo. A la derecha, una enorme cocina con isla y todo tipo de electrodomésticos. Daba a entender que, desde luego, a la familia de Daruu le gustaba cocinar.
El de los ojos blancos giró a la derecha y entró en la cocina. Señaló la nevera, blanca, con varios imanes que representaban trozos de pizza, o pizzas enteras.
—Sírvete tú mismo. Yo voy a ir haciendo algo para picar...
Se fue derechito al armario del fondo. Lo abrió, y extrajo una gran bolsa blanca. Espolvoreó algo de harina en un bol que había en la isla, y le empezó a echar agua con el grifo.
«Hombre, no creo que haya nadie aquí de Uzushiogakure mirando a ver si te ayuda otro ninja para no pagarte. El tonto en todo caso sería yo por ayudarte gratis, eso no debería de importarle a tu aldea. ¿Te imaginas? Envían a uno a cargar calabazas y a otro para vigilar que las carga.»
Daruu se divirtió interiormente con esa idea mientras el joven de la coleta posaba con delicadeza la hortaliza en el césped. Se acercó a él, y con cordialidad, extendió la mano para estrechársela.
El ameño la tomó con mucho gusto y le saludó.
—Yo me llamo Amedama Daruu, de Amegakure —contestó—. Tu nombre me suena, aunque... no sé de qué.
Dudó unos instantes. Luego, retiró la mano y se encogió de hombros.
—Vamos, entremos dentro. Debo de tener algo de Ame-cola todavía. O quizás un Shinogi-lima.
Daruu y Ralexion entraron a la cabaña. La recepción era humilde. Tanto suelos como paredes eran de madera, y les aguardaba un pasillo que iba todo recto, hacia unas escaleras que ascendían a la izquierda. A ambos lados del pasillo habían dos puertas, tras una había un salón, con un sofá y unas estanterías con libros de todo tipo. A la derecha, una enorme cocina con isla y todo tipo de electrodomésticos. Daba a entender que, desde luego, a la familia de Daruu le gustaba cocinar.
El de los ojos blancos giró a la derecha y entró en la cocina. Señaló la nevera, blanca, con varios imanes que representaban trozos de pizza, o pizzas enteras.
—Sírvete tú mismo. Yo voy a ir haciendo algo para picar...
Se fue derechito al armario del fondo. Lo abrió, y extrajo una gran bolsa blanca. Espolvoreó algo de harina en un bol que había en la isla, y le empezó a echar agua con el grifo.
![[Imagen: K02XwLh.png]](https://i.imgur.com/K02XwLh.png)