4/04/2017, 00:09
Ralexion se había mantenido al margen de la conversación hasta ese momento, pero cuando Nai se dirigió a él de manera directa, no podía hacer como que el asunto no iba con él y actuar como si estuviera solo en el lago. Se le presentaba la cuestión de si disponía de un mapa en su posesión, y la respuesta era que sí. Su sentido de la orientación era decente, pero tras perderse en unas cuantas ocasiones en tierras incógnitas para su persona, decidió de manera muy adulta que más valía prevenir que curar.
Ese mismo trozo de pergamino con la geografía dibujada en él le había sido de ayuda en un par de cruces antes de alcanzar el lugar donde ahora se encontraba con otras dos féminas. No obstante, se le daba bien memorizar los caminos una vez los había recorrido, estaba seguro de que no tendría problemas en volver a Uzushiogakure. Por ende, no le era una gran pérdida deshacerse del mapa en tal de ayudar a Izumi. Quizás el karma se lo pagaba en el futuro cercano.
—Pues mira tú por donde, sí que tengo un mapa —chasqueó los dedos.
Se aproximó a su mochila con paso ligero. Del interior de la susodicha extrajo el papel en cuestión. Como ya se narró antes, se trataba de una hoja de pergamino arrancada, vieja y algo arrugada. No es que el Uchiha no llevara cuidado con ella, es que ya tenía muchos años encima. Ahora la usaba él en sus andaduras por el mundo y durante sus misiones como shinobi, pero antes de él ya lo hacía su madre. Una extraña reliquia familiar, podría decirse.
No obstante, el moreno no tenía reparo en deshacerse de ella si eso significaba que le seguiría siendo de utilidad a alguien. Más que a él, probablemente. Akane lo aprobaría, sin lugar a dudas. Sin mayor ceremonia retornó a la vera de las dos kunoichi y le hizo entrega del documento a la pelirrosa, sonriente.
—Espero que tengas un buen viaje —le deseó, logrando que la cordialidad se impusiera sobre la vergüenza.
Ese mismo trozo de pergamino con la geografía dibujada en él le había sido de ayuda en un par de cruces antes de alcanzar el lugar donde ahora se encontraba con otras dos féminas. No obstante, se le daba bien memorizar los caminos una vez los había recorrido, estaba seguro de que no tendría problemas en volver a Uzushiogakure. Por ende, no le era una gran pérdida deshacerse del mapa en tal de ayudar a Izumi. Quizás el karma se lo pagaba en el futuro cercano.
—Pues mira tú por donde, sí que tengo un mapa —chasqueó los dedos.
Se aproximó a su mochila con paso ligero. Del interior de la susodicha extrajo el papel en cuestión. Como ya se narró antes, se trataba de una hoja de pergamino arrancada, vieja y algo arrugada. No es que el Uchiha no llevara cuidado con ella, es que ya tenía muchos años encima. Ahora la usaba él en sus andaduras por el mundo y durante sus misiones como shinobi, pero antes de él ya lo hacía su madre. Una extraña reliquia familiar, podría decirse.
No obstante, el moreno no tenía reparo en deshacerse de ella si eso significaba que le seguiría siendo de utilidad a alguien. Más que a él, probablemente. Akane lo aprobaría, sin lugar a dudas. Sin mayor ceremonia retornó a la vera de las dos kunoichi y le hizo entrega del documento a la pelirrosa, sonriente.
—Espero que tengas un buen viaje —le deseó, logrando que la cordialidad se impusiera sobre la vergüenza.