17/06/2015, 22:43
Cierto día, tras el correspondiente entrenamiento, el Yotsuki tomó sus posesiones shinobi y cogió puerta. Desde que había estado hablando con Yoshi, su afán de viajar y descubrir mundo iba cada vez a mas. Había pasado de ser una rata de dojo a un halcón. No había salido en demasiadas ocasiones de Kusagakure, principalmente porque siempre terminaba perdiéndose por el camino, pero tarde o temprano siempre solía llegar a su destino. Fuere cual fuere éste sitio, siempre se demoraba, pero la espera normalmente siempre le había merecido la pena.
"Bueno... ésta vez creo que debería buscar algo mas interesante. Buscar un famoso arroz no es que haya sido muy interesante, y por el resto... apenas he salido. Yoshi tenía razón, viajar es muy agradable... pero no sé ni por donde empezar. ¿Qué debería ir a ver?"
En un principio ese era su pensamiento, pero tras una pequeña charla con su tío, éste le dijo que lo primero que debía hacer era visitar el museo de armamento del país del fuego. Afirmó que era un lugar la mar de interesante, y que a la misma vez podía ver parte de la historia de los shinois de tiempos pasados. A decir verdad, no sonaba para nada mal.
Su camino empezó, y como de costumbre, dio mil y una vueltas. Casi llegó al país de la tormenta incluso... realmente se fue de nuevo en dirección contraria, suerte que hoy día los caminos suelen ser seguros, y la población amable. Las guías y señas de los transeúntes y viajeros armaron al Yotsuki de suficiente información como para llegar a su destino, evidentemente en casi el doble de tiempo del que debería haber tardado. Pero ya se sabe... mas vale tarde que nunca.
— Al fin! — Bramó el chico, avistando una ciudadela que no podía ser otra mas que Taikarune.
El rubio se echó la mano al cuello, y estiró éste hacia un lado, dándolo a crujir. De seguida, se estiró por completo, hinchando su pecho y echándose hacia detrás, logrando así estirar también su espalda.
— Pues si que estaba lejos ésta ciudad... —
Sin pausa, pero sin prisa, el chico continuó andando. Recortó las pocas distancias que lo separaban de la ciudadela, y de poco a poco, se fue mezclando entre la muchedumbre. Su destino, el museo. Al menos por el momento, seguramente aún tardase un rato en encontrarlo.
"Bueno... ésta vez creo que debería buscar algo mas interesante. Buscar un famoso arroz no es que haya sido muy interesante, y por el resto... apenas he salido. Yoshi tenía razón, viajar es muy agradable... pero no sé ni por donde empezar. ¿Qué debería ir a ver?"
En un principio ese era su pensamiento, pero tras una pequeña charla con su tío, éste le dijo que lo primero que debía hacer era visitar el museo de armamento del país del fuego. Afirmó que era un lugar la mar de interesante, y que a la misma vez podía ver parte de la historia de los shinois de tiempos pasados. A decir verdad, no sonaba para nada mal.
Su camino empezó, y como de costumbre, dio mil y una vueltas. Casi llegó al país de la tormenta incluso... realmente se fue de nuevo en dirección contraria, suerte que hoy día los caminos suelen ser seguros, y la población amable. Las guías y señas de los transeúntes y viajeros armaron al Yotsuki de suficiente información como para llegar a su destino, evidentemente en casi el doble de tiempo del que debería haber tardado. Pero ya se sabe... mas vale tarde que nunca.
— Al fin! — Bramó el chico, avistando una ciudadela que no podía ser otra mas que Taikarune.
El rubio se echó la mano al cuello, y estiró éste hacia un lado, dándolo a crujir. De seguida, se estiró por completo, hinchando su pecho y echándose hacia detrás, logrando así estirar también su espalda.
— Pues si que estaba lejos ésta ciudad... —
Sin pausa, pero sin prisa, el chico continuó andando. Recortó las pocas distancias que lo separaban de la ciudadela, y de poco a poco, se fue mezclando entre la muchedumbre. Su destino, el museo. Al menos por el momento, seguramente aún tardase un rato en encontrarlo.