8/04/2017, 11:42
Era cierto, los ojos de su acompañante no se podían describir como "normales". El moreno los observó largo y tendido, curioso, preguntándose que cómo era posible que, efectivamente, no se hubiera dado cuenta antes. Probablemente tendría que ver con su hambre y ganas de comer pizza. «Hyūga, Hyūga... hmmm, me suena un poco de las clases de historia de la academia, pero nunca prestaba demasiada atención, así que...».
—Supongo que los dos nos permiten ver mejor —se carcajeó, añadiendo a la broma de Daruu.
Siguió al pelinegro de Amegakure al exterior. Se centró en observar los cielos, disfrutando de la agradable brisa y el precioso día. No se percató de las dos calabazas hasta que la pregunta de su interlecutor le sacaron de su estupor.
—¿Mmm? —dejó escapar, sin saber a lo que se refería Daruu.
A unos cuantos metros de ellos habían dos calabazas. La que había dejado descansar el Uchiha seguía en su sitio, pero por algún extraño motivo, ahora habían dos. ¿Se habían duplicado mientras los shinobi estaban en el interior de la choza?
A la par que Ralexion reflexionaba sobre las capacidades reproductivas de los vegetales, la calabaza que estaba fuera de lugar desarolló piernas en cuestión de segundos y echó a correr, vociferando como si fuera el final del mundo. Los ojos del moreno se abrieron como platos y su mandíbula podría haber llegado al suelo. Tardó unos segundos en reaccionar, pero cuando lo logró, se echó a la persecución.
—¡EH, VUELVE AQUÍ, TIENES QUE IR AL GRANERO, CALABAZA ESTÚPIDA!
—Supongo que los dos nos permiten ver mejor —se carcajeó, añadiendo a la broma de Daruu.
Siguió al pelinegro de Amegakure al exterior. Se centró en observar los cielos, disfrutando de la agradable brisa y el precioso día. No se percató de las dos calabazas hasta que la pregunta de su interlecutor le sacaron de su estupor.
—¿Mmm? —dejó escapar, sin saber a lo que se refería Daruu.
A unos cuantos metros de ellos habían dos calabazas. La que había dejado descansar el Uchiha seguía en su sitio, pero por algún extraño motivo, ahora habían dos. ¿Se habían duplicado mientras los shinobi estaban en el interior de la choza?
A la par que Ralexion reflexionaba sobre las capacidades reproductivas de los vegetales, la calabaza que estaba fuera de lugar desarolló piernas en cuestión de segundos y echó a correr, vociferando como si fuera el final del mundo. Los ojos del moreno se abrieron como platos y su mandíbula podría haber llegado al suelo. Tardó unos segundos en reaccionar, pero cuando lo logró, se echó a la persecución.
—¡EH, VUELVE AQUÍ, TIENES QUE IR AL GRANERO, CALABAZA ESTÚPIDA!