15/04/2017, 17:30
"No pus, esto sí que es interesante"
El joven Senju contemplaba con curiosidad aquellas pertubadoras figuras en los muros, las cuales hubiesen despertado el temor entre la gente medianamente precavida. Pero él era distinto, lo normal le solía causar la misma emoción que ver un caracol subir una pared. El abandono había dado paso al musgo y a la vegetación, las cuales ocultaban bajo su manto los horribles grabados que ahí se encontraban. Eran ese tipo de rarezas las que le fascinaban, lo misterioso. No sabía distinguir que eran, no parecían pinturas sobre oni comunes, pues en ellas los grabados eran de seres causando tormento en el mundo mortal, cuando los onis eran entes que castigaban en los infiernos.
Había una muy grande, la cual era una extraña bestia que parecía tener tres rostros en su cabeza, con ocho ojos como los de una araña, así como colmillos que sobresalían de su mandíbula, mordiendo lo que aparentemente era un bebe sacrificado. Mientras en cada una de las palmas de las manos de sus cuatro brazos sujetaba aparentemente un tipo de fruta. Ahora bien, ¿qué demonios hacía el joven Isa en un lugar cómo ese?
Escaquearse de las labores del equipo no era tarea fácil, pero de alguna manera logró convencer a su padre para lo mandara a traer un encargo a la ciudad de Tane-shigai y le pasara una nota a su sensei. Eran algunos viejos rollos, nada más. No era ni quiera el inicio del viaje, de hecho, ya estaba regresando con los escritos cuando a su paso por la Ribera Norte escuchó los rumores de la existencia de las ruinas. Así pues, ya podría inventarse algún pretextillo para excusarse por la tardanza, tenía que verlo por sus propios ojos.
"Por alguna razón siento que este sitio no debería ser así. Antes, esto era otra cosa... Joder, que me estoy sugestionando yo solo."
El joven Senju contemplaba con curiosidad aquellas pertubadoras figuras en los muros, las cuales hubiesen despertado el temor entre la gente medianamente precavida. Pero él era distinto, lo normal le solía causar la misma emoción que ver un caracol subir una pared. El abandono había dado paso al musgo y a la vegetación, las cuales ocultaban bajo su manto los horribles grabados que ahí se encontraban. Eran ese tipo de rarezas las que le fascinaban, lo misterioso. No sabía distinguir que eran, no parecían pinturas sobre oni comunes, pues en ellas los grabados eran de seres causando tormento en el mundo mortal, cuando los onis eran entes que castigaban en los infiernos.
Había una muy grande, la cual era una extraña bestia que parecía tener tres rostros en su cabeza, con ocho ojos como los de una araña, así como colmillos que sobresalían de su mandíbula, mordiendo lo que aparentemente era un bebe sacrificado. Mientras en cada una de las palmas de las manos de sus cuatro brazos sujetaba aparentemente un tipo de fruta. Ahora bien, ¿qué demonios hacía el joven Isa en un lugar cómo ese?
Escaquearse de las labores del equipo no era tarea fácil, pero de alguna manera logró convencer a su padre para lo mandara a traer un encargo a la ciudad de Tane-shigai y le pasara una nota a su sensei. Eran algunos viejos rollos, nada más. No era ni quiera el inicio del viaje, de hecho, ya estaba regresando con los escritos cuando a su paso por la Ribera Norte escuchó los rumores de la existencia de las ruinas. Así pues, ya podría inventarse algún pretextillo para excusarse por la tardanza, tenía que verlo por sus propios ojos.
"Por alguna razón siento que este sitio no debería ser así. Antes, esto era otra cosa... Joder, que me estoy sugestionando yo solo."