21/04/2017, 00:22
—V-vamos a tener que espantarlo de alguna manera, o si no queda otra, matarlo... —contestó su compañero—. Menos mal que hemos seguido al chico, a saber lo que le habría pasado si no...
Daruu bajó la mirada y apretó los dientes. Si Ralexion no hubiera estado allí, probablemente le habría dejado marchar. Y el chico habría... habría...
—¿Crees que ese bicho va a asustarse de unos pequeñajos como nosotros? —dijo Daruu, sacudiendo la cabeza—. No te estoy negando que pueda funcionar, sólo... estoy asustado.
Pero las manos de Ralexion ya estaban formulando sellos. Daruu los observó, con el corazón en un puño. Era una serie de sellos considerablemente larga, y de fondo, los alaridos de terror del chico hicieron los segundos itnerminables. Finalmente, el Uchiha se echó hacia atrás, hinchó los pulmones de aire, y anunció:
—¡Katon: Gōkakyū no Jutsu!
Una esfera flamígera salió de sus labios cuando volvió a inclinarse hacia adelante. El oso se dio la vuelta y encaró a la llama. No huyó: en su lugar abrió sus fauces, se levantó, sosteniéndose con dos piernas, y bramó haciendo temblar la tierra y las ramas de aquél árbol. Ralexion y Daruu cayeron al suelo, consecuencia de perder el equilibrio, pero el proyectil dio en el blanco y envolvió al animal en una tormenta de llamas.
—¿Qué es eso? ¡SEÑORES NINJAS! ¡HABÉIS VENIDO A AYUDARME! ¡GRACIAS! ¡MIL GRACIAS!
El animal gritó y gritó mientras Daruu intentaba recuperarse del terrible golpe. Desequilibró y cayó rodando por la ligera pendiente. Finalmente, cayó al agua, y fue arrastrado por la corriente río abajo, mientras agitaba las patas, desesperado.
—Lo... lo has conseguido... ¡Esa técnica de fuego ha sido increíble, Ralexion-san! —admiró Daruu, levantándose—. Pero deberíamos ayudar a ese crío y salir pitando de aquí. Si encuentra el camino de vuelta, estará furioso. Muy furioso.
Se acercó al montón de rocas.
—¡Eh, chaval! ¡Vamos, ven aquí! El oso ya no te dará más problemas, pero si no nos damos prisa puede que vuelva.
—Pero... ¿me vais... me vais a llevar con el abuelo? —En su voz estaba sembrada la duda.
Daruu bajó la mirada y apretó los dientes. Si Ralexion no hubiera estado allí, probablemente le habría dejado marchar. Y el chico habría... habría...
—¿Crees que ese bicho va a asustarse de unos pequeñajos como nosotros? —dijo Daruu, sacudiendo la cabeza—. No te estoy negando que pueda funcionar, sólo... estoy asustado.
Pero las manos de Ralexion ya estaban formulando sellos. Daruu los observó, con el corazón en un puño. Era una serie de sellos considerablemente larga, y de fondo, los alaridos de terror del chico hicieron los segundos itnerminables. Finalmente, el Uchiha se echó hacia atrás, hinchó los pulmones de aire, y anunció:
—¡Katon: Gōkakyū no Jutsu!
Una esfera flamígera salió de sus labios cuando volvió a inclinarse hacia adelante. El oso se dio la vuelta y encaró a la llama. No huyó: en su lugar abrió sus fauces, se levantó, sosteniéndose con dos piernas, y bramó haciendo temblar la tierra y las ramas de aquél árbol. Ralexion y Daruu cayeron al suelo, consecuencia de perder el equilibrio, pero el proyectil dio en el blanco y envolvió al animal en una tormenta de llamas.
—¿Qué es eso? ¡SEÑORES NINJAS! ¡HABÉIS VENIDO A AYUDARME! ¡GRACIAS! ¡MIL GRACIAS!
El animal gritó y gritó mientras Daruu intentaba recuperarse del terrible golpe. Desequilibró y cayó rodando por la ligera pendiente. Finalmente, cayó al agua, y fue arrastrado por la corriente río abajo, mientras agitaba las patas, desesperado.
—Lo... lo has conseguido... ¡Esa técnica de fuego ha sido increíble, Ralexion-san! —admiró Daruu, levantándose—. Pero deberíamos ayudar a ese crío y salir pitando de aquí. Si encuentra el camino de vuelta, estará furioso. Muy furioso.
Se acercó al montón de rocas.
—¡Eh, chaval! ¡Vamos, ven aquí! El oso ya no te dará más problemas, pero si no nos damos prisa puede que vuelva.
—Pero... ¿me vais... me vais a llevar con el abuelo? —En su voz estaba sembrada la duda.