22/04/2017, 12:47
Con mi mano divina agarré algo, algo que flotaba, y no iba a hacer más preguntas. Necesitaba localizarme. Más bien localizar a los demás. Al primero que vi fue al suicida de Haskoz, que era el único que se habia mantenido sobre una superfície solida. Contemplé, alucinado, como se ataba con un hilo shinobi al cacho de barco sobre el que estaba y se tiraba al mar de cabeza.
Tenía que ir a, ni siquiera sabía qué coño podía hacer, pero la idea del Uchiha hacía aguas por todas partes, literal y metaforicamente. Si la tormenta arrastraba el trozo al que estaba atado, podía despedirse. Si algo golpeaba el cable, otro escombro del barco, por ejemplo, podía despedirse.
Mire alrededor y ahí estaba Eri, más espabilada que ninguno, flotando tranquilamente con un cubo de hielo. Noemi no estaba por ninguna parte. Hasta yo era capaz de sumar dos y dos de vez en cuando.
— ¡Eri! ¡Ven! ¡Hay que ayudar a Haskoz!
Definitivamente, no podía quedarme de brazos cruzados esperando que Haskoz fuera un superheroe y consiguiera sacarse a flote a sí mismo y a otra persona por su propia fuerza en medio de una tormente impresionante. Teníamos facilidad para nadar contracorriente, pero no somos besugos ni tenemos la piel azul todavía, seguramente en Ame sí que haya gente así.
Nadé tan rápido como pude hasta allí, sin soltar la tabla de madera, lo cual fue un plus en lentitud. Si para cuando llegara al trozo de embarcación donde Haskoz se había atado éste no estaba a la vista, me subiria para tirar usando un trozo de camiseta para tirar del hilo sin dañarme las manos.
Tenía que ir a, ni siquiera sabía qué coño podía hacer, pero la idea del Uchiha hacía aguas por todas partes, literal y metaforicamente. Si la tormenta arrastraba el trozo al que estaba atado, podía despedirse. Si algo golpeaba el cable, otro escombro del barco, por ejemplo, podía despedirse.
Mire alrededor y ahí estaba Eri, más espabilada que ninguno, flotando tranquilamente con un cubo de hielo. Noemi no estaba por ninguna parte. Hasta yo era capaz de sumar dos y dos de vez en cuando.
— ¡Eri! ¡Ven! ¡Hay que ayudar a Haskoz!
Definitivamente, no podía quedarme de brazos cruzados esperando que Haskoz fuera un superheroe y consiguiera sacarse a flote a sí mismo y a otra persona por su propia fuerza en medio de una tormente impresionante. Teníamos facilidad para nadar contracorriente, pero no somos besugos ni tenemos la piel azul todavía, seguramente en Ame sí que haya gente así.
Nadé tan rápido como pude hasta allí, sin soltar la tabla de madera, lo cual fue un plus en lentitud. Si para cuando llegara al trozo de embarcación donde Haskoz se había atado éste no estaba a la vista, me subiria para tirar usando un trozo de camiseta para tirar del hilo sin dañarme las manos.
—Nabi—