22/04/2017, 18:47
—¡Qué rica! —exclamó Ralexion con la boca llena. El ego de Daruu recibió estas palabras de buena gana, y el muchacho levantó el dedo pulgar de una mano en señal de aprobación. Le guiñó un ojo y empezó a comer él mismo.
La pizza estaba muy caliente todavía, pero los tres se la zamparon como si fuese la última comida que iban a hacer. Harto de comer, el Hyuuga se permitió unos minutos de reposo echado hacia atrás en el sofá mientras se sujetaba la panza. Suspiró hasta dos veces más antes de decidir que ya era hora de levantarse. Al fin y al cabo tenían algo que hacer, y qué mejor que con la tripa llena.
—Bueeeno —se estiró los brazos y los dedos de las manos hacia adelante—. Si nos quedamos parados, nos va a entrar modorra. Además, hay que bajar todo esto. Joder, qué buena que estaba.
—¡No había probado esto nunca! ¿Pizza, dices que se llama?
—Pizza, sí. Si consigues hacerte ninja, ven a verme a la Pastelería de Kiroe-chan, el local de mi madre. ¡Te prepararé otra aún más buena, que allí tenemos mejores hornos!
Kabocha era del País de la Tormenta, lo que significaba que si alguna vez se convertía en ninja, tendría que dar servicio a Amegakure. O era lo que más sentido tenía para él, de modo que lo dijo automáticamente, sin pensar.
El muchacho pelirrojo bajó la cabeza, atormentado por las dudas.
—No sé... De verdad, chicos, muchas gracias... Pero dudo que el abuelo me deje alistarme...
—Vamos a hacer todo lo que podamos para convencerlo, Kabocha-kun. ¡Venga, vamos! Que al final se nos va a hacer tarde.
Los tres salieron de la cabaña después de que Daruu insistiera que ya limpiaría los platos más adelante él mismo, que no pasaba nada. Daruu se plantó delante de la calabaza que Ralexion tenía que transportar hasta Yachi, y la señaló.
—Ralexion-san, ahora estamos juntos en esto, así que agarra de un lado y yo de otro y la levantamos —indicó—. No aceptaré un no por respuesta. Piensa que si tardamos mucho el abuelo del crío se va a preocupar más.
La pizza estaba muy caliente todavía, pero los tres se la zamparon como si fuese la última comida que iban a hacer. Harto de comer, el Hyuuga se permitió unos minutos de reposo echado hacia atrás en el sofá mientras se sujetaba la panza. Suspiró hasta dos veces más antes de decidir que ya era hora de levantarse. Al fin y al cabo tenían algo que hacer, y qué mejor que con la tripa llena.
—Bueeeno —se estiró los brazos y los dedos de las manos hacia adelante—. Si nos quedamos parados, nos va a entrar modorra. Además, hay que bajar todo esto. Joder, qué buena que estaba.
—¡No había probado esto nunca! ¿Pizza, dices que se llama?
—Pizza, sí. Si consigues hacerte ninja, ven a verme a la Pastelería de Kiroe-chan, el local de mi madre. ¡Te prepararé otra aún más buena, que allí tenemos mejores hornos!
Kabocha era del País de la Tormenta, lo que significaba que si alguna vez se convertía en ninja, tendría que dar servicio a Amegakure. O era lo que más sentido tenía para él, de modo que lo dijo automáticamente, sin pensar.
El muchacho pelirrojo bajó la cabeza, atormentado por las dudas.
—No sé... De verdad, chicos, muchas gracias... Pero dudo que el abuelo me deje alistarme...
—Vamos a hacer todo lo que podamos para convencerlo, Kabocha-kun. ¡Venga, vamos! Que al final se nos va a hacer tarde.
Los tres salieron de la cabaña después de que Daruu insistiera que ya limpiaría los platos más adelante él mismo, que no pasaba nada. Daruu se plantó delante de la calabaza que Ralexion tenía que transportar hasta Yachi, y la señaló.
—Ralexion-san, ahora estamos juntos en esto, así que agarra de un lado y yo de otro y la levantamos —indicó—. No aceptaré un no por respuesta. Piensa que si tardamos mucho el abuelo del crío se va a preocupar más.