26/04/2017, 13:17
Los muchachos acompañaron a Kabocha durante el trayecto a Yachi, que resultó ser bastante duro. No sólo la calabaza pesaba como mil demonios vegetales, sino que además tuvieron bastante dificultades para adecuarse al ritmo del crío, que como siempre les llevaba siempre una gran ventaja. Ahora avanzaba canturreando, dando saltitos por un camino a ambos lados de huertos y huertos de calabazas.
—La verdad es que sí que podría comprarse un huerto más cercano, tu abuelo —bufó Daruu, casi con la lengua fuera de puro cansancio—. Me duelen los brazos.
Daruu, que no era especialmente fuerte, estaba haciendo un esfuerzo bastante grande para cargar la hortaliza.
—¡Vamos, no seas quejica, Daruu-san! —bromeó el niño—. Además, ¡mirad! Ya casi hemos llegado. Oh no.
Era verdad. Daruu se asomó por detrás de la calabaza. Apenas les quedaba medio kilómetro para llegar, a juzgar por el poblado que se erigía en el horizonte.
—¿"Oh no"? ¿Es que ha pasado algo? —preguntó Daruu.
—No todavía —contestó Kabocha—. Es que acabo de acordarme de que tenemos que hablar con el abuelo de... eso.
Daruu miró a Ralexion de reojo, preocupado.
—Todo irá bien —musitó, con algunas dudas.
—La verdad es que sí que podría comprarse un huerto más cercano, tu abuelo —bufó Daruu, casi con la lengua fuera de puro cansancio—. Me duelen los brazos.
Daruu, que no era especialmente fuerte, estaba haciendo un esfuerzo bastante grande para cargar la hortaliza.
—¡Vamos, no seas quejica, Daruu-san! —bromeó el niño—. Además, ¡mirad! Ya casi hemos llegado. Oh no.
Era verdad. Daruu se asomó por detrás de la calabaza. Apenas les quedaba medio kilómetro para llegar, a juzgar por el poblado que se erigía en el horizonte.
—¿"Oh no"? ¿Es que ha pasado algo? —preguntó Daruu.
—No todavía —contestó Kabocha—. Es que acabo de acordarme de que tenemos que hablar con el abuelo de... eso.
Daruu miró a Ralexion de reojo, preocupado.
—Todo irá bien —musitó, con algunas dudas.