28/04/2017, 01:27
—Amedama Daruu, shinobi de Amegakure, a su servicio. —Daruu hizo una reverencia respetuosa—. Ayudé a Ralexion-san con la última calabaza, por voluntad propia. No tenía nada que hacer, y necesitaba conversación. —No era verdad, pero tampoco era necesariamente lo contrario a la verdad.
El veterano currante se meció la barba con delicadeza, evaluando de arriba a abajo al Hyūga. Finalmente, se encogió de hombros.
—Bueno, mientras traigáis las calabazas enteras me da igual lo que hagáis, ¡pero no pienso pagaros a los dos! ¡Entendéos entre vosotros! —sentenció, zarandeando los brazos— Pero me estoy yendo por la tangente... ¿de qué queréis hablar? Estoy muy ocupado, niños ninja.
Ralexion tragó saliva y acto seguido se aclaró la voz. Se sentía como un samurai desarmado y malherido que no tenía más remedio que enfrentar a una jauría de oponentes con semblante resignado, preparado para morir. Pero siempre podía morir de pie, al menos.
—Tuvimos la mala suerte de toparnos con un oso. Logramos espantarlo, pero déjeme que le diga, Kabocha-san tiene grandes dotes físicas. Nos comentó que le gustaría ser un ninja, y quizás...
—¡OLVIDADLO! ¡NO ES NO! ¡MI NIETO NO SE CONVERTIRÁ EN UN NINJA!
El Uchiha casi cae para atrás, sorprendido por la violenta e inesperada explosión verbal del señor. Una expresión de circunstancias nació en sus facciones. «¡Vaya mala leche! Esto va a ser complicado...», se mordió el labio inferior.
—No me ha dejado terminar...
—¡Me da igual! ¡Os he dicho que estaba muy ocupado! ¡No voy a perder el tiempo hablando de tonterías! —dictaminó, furioso— ¡Y tú, Ralexion-kun, todavía tienes calabazas con las que cargar!
El veterano currante se meció la barba con delicadeza, evaluando de arriba a abajo al Hyūga. Finalmente, se encogió de hombros.
—Bueno, mientras traigáis las calabazas enteras me da igual lo que hagáis, ¡pero no pienso pagaros a los dos! ¡Entendéos entre vosotros! —sentenció, zarandeando los brazos— Pero me estoy yendo por la tangente... ¿de qué queréis hablar? Estoy muy ocupado, niños ninja.
Ralexion tragó saliva y acto seguido se aclaró la voz. Se sentía como un samurai desarmado y malherido que no tenía más remedio que enfrentar a una jauría de oponentes con semblante resignado, preparado para morir. Pero siempre podía morir de pie, al menos.
—Tuvimos la mala suerte de toparnos con un oso. Logramos espantarlo, pero déjeme que le diga, Kabocha-san tiene grandes dotes físicas. Nos comentó que le gustaría ser un ninja, y quizás...
—¡OLVIDADLO! ¡NO ES NO! ¡MI NIETO NO SE CONVERTIRÁ EN UN NINJA!
El Uchiha casi cae para atrás, sorprendido por la violenta e inesperada explosión verbal del señor. Una expresión de circunstancias nació en sus facciones. «¡Vaya mala leche! Esto va a ser complicado...», se mordió el labio inferior.
—No me ha dejado terminar...
—¡Me da igual! ¡Os he dicho que estaba muy ocupado! ¡No voy a perder el tiempo hablando de tonterías! —dictaminó, furioso— ¡Y tú, Ralexion-kun, todavía tienes calabazas con las que cargar!