28/04/2017, 01:44
—A la armería, o bueno, por ahí cerca pero tenemos que ir rápido. —Respondió la pelirroja antes de emprender la marcha a paso ligero.
El tipo asintió y se puso en marcha a la vera de Ritsuko.
—Eso sí, no hace falta que pelees, recuerda que estamos dentro de la villa. —Le mencionó al hombre.
—No te preocupes por mí. A todo esto, puedes llamarme Nekotaro si te place... —le aseguró a la pelirroja sin dejar de correr.
El tal Nekotaro era más que capaz de mantener el ritmo, incluso habría adelantado a la genin si no fuera porque ella era la única del dúo que sabía a dónde iban con exactitud. Se mantuvo en silencio el resto del trayecto.
Llegaron a la tienda de armas, y tal como indicaba la nota, había un desatendido callejón sin salida a la derecha del establecimiento. El interior de la senda auxiliar apestaba a orín y el mantenimiento de suelo y paredes brillaba por su ausencia. La iluminación era suficiente como para ser consciente de lo que pasaba alrededor de uno, pero igualmente escasa, gracias a la penumbra generada por los dos edificios tan pegados entre sí a ambos lados.
Al fondo del callejón aguardaban dos misteriosas figuras. Ritsuko no era capaz de distinguirlas desde tal distancia. Sin embargo, junto a los pies de una había algo metálico que parecía ser una jaula.
El tipo asintió y se puso en marcha a la vera de Ritsuko.
—Eso sí, no hace falta que pelees, recuerda que estamos dentro de la villa. —Le mencionó al hombre.
—No te preocupes por mí. A todo esto, puedes llamarme Nekotaro si te place... —le aseguró a la pelirroja sin dejar de correr.
El tal Nekotaro era más que capaz de mantener el ritmo, incluso habría adelantado a la genin si no fuera porque ella era la única del dúo que sabía a dónde iban con exactitud. Se mantuvo en silencio el resto del trayecto.
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Llegaron a la tienda de armas, y tal como indicaba la nota, había un desatendido callejón sin salida a la derecha del establecimiento. El interior de la senda auxiliar apestaba a orín y el mantenimiento de suelo y paredes brillaba por su ausencia. La iluminación era suficiente como para ser consciente de lo que pasaba alrededor de uno, pero igualmente escasa, gracias a la penumbra generada por los dos edificios tan pegados entre sí a ambos lados.
Al fondo del callejón aguardaban dos misteriosas figuras. Ritsuko no era capaz de distinguirlas desde tal distancia. Sin embargo, junto a los pies de una había algo metálico que parecía ser una jaula.