28/04/2017, 15:33
—¡VUELVE AQUÍ, NO DEBEMOS SEPARARNOS MÁS!— gritó la joven en respuesta.
A Ralexion le pareció escuchar algo, perdido en la lejanía, pero no logró apreciarlo. Los llantos eran cada vez más sonoros, ahogando cualquier otro tipo de ruido. Los timpanos le chirriaban, anhelando que los plañidos cesaran.
Sus deseos fueron órdenes para la extraña fuerza que hilaba los acontecimientos. Se hizo el silencio de inmediato. Ralexion tanteó con la mirada sus alrededores. Niebla y más niebla, como antes.
—Ven... ven a mí... —le exigió un susurro resonante, proveniente de todas partes y ninguna a la vez, igual que los lloros.
El Uchiha debía de admitir que se estaba poniendo un poco nervioso, pero todavía ostentaba el control de la situación. O el de su pánico, al menos.
Se lamió los labios a la par que notaba una sensación gélida discurrir a lo largo de su espina dorsal.
—¿Qué quieres, fantasma? ¡Te lo advierto, si me siento amenazado te achicharraré la cara, no es un farol! —aseguró.
El moreno no cayó en la cuenta de como su aliento se convertía en neblina tan pronto salía de su boca, ya que se encontraba cual gato con la guardia alzada, listo para abalanzarse sobre el primer hostil que se materializara en el rango de sus sentidos. Pero la temperatura estaba descendiendo considerablemente allá en el interior del banco de bruma...