3/05/2017, 22:13
El clon se puso en marcha, y bajó hasta los linderos de la entrada. Tomó algo entre sus manos antes de acercarse del todo y cuando se hubo cercano a las cuatro amenazas, habló:
—Perdón, pero estoy buscando a una chica morena, un poco regordita, llevaba un kimono azul oscuro, ¿la habéis visto por aquí?
La voz de aquella persona distrajo a los hombres de lo que fuera que los mantuviera ocupados, y al menos tres de ellos decidieron voltear en súbito hacia la posición del crío. Se podía percibir que todos se sentían tan confusos ante la aproximación del muchacho que les era difícil decidir cual iba a ser su accionar, teniendo en cuenta que sus órdenes eran las de no permitir que nadie se adentrase a la Cola de cascabel.
El más gordo de ellos tomó la delantera y uno de sus congéneres le siguió el paso. De nuevo, el más pequeño se quedó en la retaguardia, junto con el más blanco de todos ellos.
—Coño, parece que buscan a tu mujer, Rengu —se dio el lujo de bromear. El que habló rió en seco y los otros dos también lo hicieron, no así Rengu, quien no parecía muy contento de que le llamaran gorda a su esposa.
Rengu era calvo, y tenía un par de zarcillos en las orejas. Tenía las cejas negras y tupidas, al igual que una barba de una semana que se mostraba lustrosa sobre su rostro.
Así pues, el calvo tomó la delantera y desenvainó su cimitarra, apuntando directamente al muchacho.
—Será mejor que espabiles y te largues de aquí, mocoso, al menos que quieras que te arranque la cabeza de un tajo. ¡Anda, lárgate, aquí no hay ninguna mujer de kimono azul!
Kaido y Hoshu contemplaron todo aquello desde las escaleras, las cuales comenzaron a descender con lentitud y en silencio. El clon de Riko estaba logrando su cometido, pero los dos tipos tan sólo se habían alejado un par de pasos. No era suficiente, aún.
—Perdón, pero estoy buscando a una chica morena, un poco regordita, llevaba un kimono azul oscuro, ¿la habéis visto por aquí?
La voz de aquella persona distrajo a los hombres de lo que fuera que los mantuviera ocupados, y al menos tres de ellos decidieron voltear en súbito hacia la posición del crío. Se podía percibir que todos se sentían tan confusos ante la aproximación del muchacho que les era difícil decidir cual iba a ser su accionar, teniendo en cuenta que sus órdenes eran las de no permitir que nadie se adentrase a la Cola de cascabel.
El más gordo de ellos tomó la delantera y uno de sus congéneres le siguió el paso. De nuevo, el más pequeño se quedó en la retaguardia, junto con el más blanco de todos ellos.
—Coño, parece que buscan a tu mujer, Rengu —se dio el lujo de bromear. El que habló rió en seco y los otros dos también lo hicieron, no así Rengu, quien no parecía muy contento de que le llamaran gorda a su esposa.
Rengu era calvo, y tenía un par de zarcillos en las orejas. Tenía las cejas negras y tupidas, al igual que una barba de una semana que se mostraba lustrosa sobre su rostro.
Así pues, el calvo tomó la delantera y desenvainó su cimitarra, apuntando directamente al muchacho.
—Será mejor que espabiles y te largues de aquí, mocoso, al menos que quieras que te arranque la cabeza de un tajo. ¡Anda, lárgate, aquí no hay ninguna mujer de kimono azul!
Kaido y Hoshu contemplaron todo aquello desde las escaleras, las cuales comenzaron a descender con lentitud y en silencio. El clon de Riko estaba logrando su cometido, pero los dos tipos tan sólo se habían alejado un par de pasos. No era suficiente, aún.