4/05/2017, 11:42
—El punto de reunión es en el Edificio del Morikage...— Tomoe se quedó en mitad del enorme hall de la casa principal de los Sanshouo en Kusagakure, sosteniendo la carta que acababa de leer a Izumi antes de que saliese corriendo a toda prisa. El sonido de una enorme puerta cerrándose de golpe resonó entre las enormes columnas produciendo un eco característico —pero si aún no he acabado...— se lamentó Tomoe mientras se recolocaba las gafas con un simple toque —que más da de todas formas, que se encargue su sensei del resto— lanzó un suspiro dirigido a apartar el flequillo del rostro mientras doblaba la carta y se dirigía hacia las escaleras que había al final de la sala, era hora de seguir con sus menesteres.
Por su parte, la pelirosa corría a toda velocidad ya por las calles de Kusagakure. Había sido convocada en las oficinas del mismísimo Morikage y no quería llegar tarde, quizás su trabajo en aquel supermercado de mala muerte no había pasado desapercibido a los ojos del líder de la Aldea y la había llamado para entregarle una misión más seria... una que solo ella podía llevar acabo.
Mientras avanzaba, en su mente surgían ideas de lo más bizarras: desde una misión de Rango A hasta otras un tanto más extravagantes.
Tras quince minutos de intensa carrera, la pelirosa por fin tenía su destino a a penas una decena de metros frente a ella. Sin embargo, sus ojos se detuvieron en un no gratamente familiar chico rubio que aguardaba frente al mismo edificio "No puede ser.." había cortado a Tomoe antes de que terminase de leer la carta y ahora empezaba a lamentarlo "No puede ser..." una vez estuvo un poco más cerca, reconoció a Yota y todas sus ilusiones se rompieron en mil pedazos "Nos ha llamado Sora sensei..." decaída, al borde una depresión, casi arrastrándose llegó hasta donde estaba el chico
—Buenos días...— trato de ser educada, aunque siguió su camino hasta sentarse en el porche del dojo.
Quedó allí sentada, abrazando sus rodillas, tratando de asimilar que hoy tampoco vería Morikage-sama
Por su parte, la pelirosa corría a toda velocidad ya por las calles de Kusagakure. Había sido convocada en las oficinas del mismísimo Morikage y no quería llegar tarde, quizás su trabajo en aquel supermercado de mala muerte no había pasado desapercibido a los ojos del líder de la Aldea y la había llamado para entregarle una misión más seria... una que solo ella podía llevar acabo.
Mientras avanzaba, en su mente surgían ideas de lo más bizarras: desde una misión de Rango A hasta otras un tanto más extravagantes.
Tras quince minutos de intensa carrera, la pelirosa por fin tenía su destino a a penas una decena de metros frente a ella. Sin embargo, sus ojos se detuvieron en un no gratamente familiar chico rubio que aguardaba frente al mismo edificio "No puede ser.." había cortado a Tomoe antes de que terminase de leer la carta y ahora empezaba a lamentarlo "No puede ser..." una vez estuvo un poco más cerca, reconoció a Yota y todas sus ilusiones se rompieron en mil pedazos "Nos ha llamado Sora sensei..." decaída, al borde una depresión, casi arrastrándose llegó hasta donde estaba el chico
—Buenos días...— trato de ser educada, aunque siguió su camino hasta sentarse en el porche del dojo.
Quedó allí sentada, abrazando sus rodillas, tratando de asimilar que hoy tampoco vería Morikage-sama